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—Chae, ¿Estás bien? ¿Te lastimaste? ¿Te duele algo? -silencio- Por dios, necesito que me respondas –se lo notaba nervioso y preocupado, levemente enojado porque no recibía una respuesta de mi parte, pero como hacerlo. Salí de mis pensamientos pestañeando repetidas veces.

—Si, no, no... Perdón –y aquella palabra fue la que hizo que mi vaso se rebalsara.

Lloré, lloré con fuerzas mientras me arrodillaba en el suelo y me aferraba a mi cuerpo, porque estaba mal, muy mal. De golpe todo lo malo lastimaba mi frágil corazón, el pecho dolía, mi respiración era agitada y lo único que me trajo un poco de luz en ese momento de tanta oscuridad, fueron los brazos y caricias de MinSeok en mi espalda.

Ese tacto me consoló, necesitaba un abrazo así de fuerte, de esos que demostraban cuando apreciaban a la persona, que demostraban no irse nunca más, permanecer a mi lado hoy y siempre. Como los que mi madre me daba. Lloré tanto, como nunca desde hace 2 desgraciados años. Gracias al universo estaba ahí el hombre ojos de gatitos, si no era por él, seguro estaría llorando y sufriendo sola en el suelo.

Unos minutos después logre tranquilizarme, Min se separó un poco y me ayudó a ponerme de pie, porque sí, seguíamos ambos en el piso.

—Necesito que me digas tu dirección, no voy a permitir que vayas sola en este estado, ¿Si? –asentí.

Sin más comenzamos a caminar. A unos pocos metros estaba el edificio, así que por suerte unos minutos bastarían para estar en casa. Al llegar al edificio habló.

—¿En serio vivís en este edificio?

Asentí y hablé con tristeza– Es lo que puedo pagar.

—Oh no me malinterpretes, también vivo acá –sonrió.

¿Acaso es que había escuchado bien? ¿Era mi vecino?

—Es una broma, ¿Verdad? –lo miré con aún ojos cristalizados de tanto llorar. Negó con su característica sonrisa.

—¿Qué piso? –dijo al llegar al ascensor.

—Uh, 4. 412.

—Yo estoy en el 5, 505.

No podía sentirme bien, mi malestar era mucho más grande, pero admitía que estaba contenta.

Muy en el fondo, poco a poco esa alegría se agrandaba desde la pequeña semilla que cultivaron esas palabras.

El subir por el ascensor fue tranquilo, sin palabras, pero con leves caricias en mi brazo. Mi interior se curaba con rapidez, mi arritmia no desaparecía, pero el dolor y presión en el pecho si.

Llegamos al cuarto piso, presioné los botones con manos temblorosas y entramos a mi casa luego de insistir en que aunque sea se quedara a tomar un poco de agua en modo de agradecimiento.

Estabamos en la cocina, yo detras de la barra abriendo la heladera para tomar las bebidas y el del otro lado de la barra.

—Chae... –no quise darme la vuelta, pero sabía que había en su cabeza.

—N-No, cuando me recupere, por favor–sonreí triste y él solo asintió con una cálida sonrisa.

La tarde-noche pasó, Min se quedó en mi apartamento hasta que estuve totalmente calmada y luego se fue, su siguiente día iba a ser complicado según me comentó así que sin molestarlo más, lo acompañé a la puerta. Se dió vuelta después de haberse puesto sus zapatos y hablé.

—Gracias, en serio. Aprecio que hayas estado cuando nadie más estuvo, bueno.. –hice una mueca– hoy. Prometo contarte algún día, solo... No ahora, pero no te preocupes, solo espera –sonreí, recordando las palabras de SeHun. Realmente no era tan malo después de todo.

My Universe | [KimMinSeok] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora