AJ.

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— ¡Hey, Grah! —la voz de Alex se escuchó por todo el patio gracias a que la directora se encontraba dando vueltas por el lugar y nadie tenía permitido hacer un solo ruido. La única persona tan descabellada como para cometer tal locura era Alex James.

Graham se encontraba sentado en las ramas de un gran árbol cuando escuchó su nombre. Bajó con cuidado y miró a su alrededor verificando que no hubiera rastro de la horrible señora que gozaba atormentándolos diariamente.

— Alex, podrían haberte escuchado — susurró cuando se encontraba solo a unos pasos de su amigo, mientras el contrario simplemente le regaló una de sus características sonrisas llenas de picardía.

El menor pudo notar que su mejor amigo tenía ambas manos detrás de su espalda, como si ocultara algo en ellas.

Su curiosidad se expresaba de manera explícita; fruncía el ceño, acomodaba sus lentes,  comenzaba a morder sus uñas y miraba atentamente lo que estaba llamándole la atención. Lo que no le dificultaba demasiado al mayor darse cuenta cuando había sido descubierto. Era una de las cosas que había podido conocer de su amigo en cuatro años de amistad.

— Nunca podré ocultar algo de ti, ¿cierto? —comentó, provocando que Graham sonriera. Era razón, se destacaba por ser un chico observador y bastante expresivo -lo que él no tomaba como cualidad-.

— ¿Qué tienes allí? —preguntó para finalmente salir de la duda.

Alex sonrió de nuevo y despeinó el cabello de Graham. Luego, sin decir una palabra, comenzó a correr en dirección al árbol donde previamente se encontraba el más pequeño vigilando el patio. Al llegar, comenzó a trepar y vio que Graham lo seguía a paso lento con gesto derrotado. Se había rendido hace mucho de seguirle el paso al mayor.

— ¡Vamos, Grah! — gritó de nuevo— ¡¿Acaso estás buscando a reemplazar el puesto de secretaría chueca?!

Un sshh salió de los labios de Graham. Alex sería el culpable de que la directora los castigara de nuevo, porque aunque para ambos ya era una especie de rutina, el menor no quería volver a pasar sus tardes limpiando los baños donde un montón de niños hacían sus necesidades y otras cosas que su timidez no le permitía expresar.

Al llegar, subió cuidadosamente hasta llegar al lado de su amigo. Se sentó en una rama cercana y se acomodó de nuevo los lentes.

Alex sonrió de nuevo y sacó una pequeña bolsa hecha de hojas de ese mismo árbol.

— Recogí unas cuantas hojas caídas y le robé pegamento a la secretaría para poder convertirla en un buen envoltorio de regalo —le explicó orgulloso.

— ¿Regalo de qué? —se encontraba confundido. A veces Alex salía con cuentos muy extraños.

El contrario frunció el ceño y le dio un leve empujón al menor, que al ser tan frágil, casi cae del árbol.

— A veces olvido que pasas tanto tiempo en la luna y por eso no te das cuenta de que el tiempo pasa — se burló— Hoy es tu cumpleaños Grah.

Graham, confundido, miró de nuevo la bolsa que traía Alex en sus manos, mientras su mente intentaba recordar qué día era.

— Es 12 de marzo, Grah —dijo serio— ¡Uh, y cumples doce años! Es un día bastante especial, entonces — comenzó a reír.

El menor seguía un poco aturdido. No había celebrado su cumpleaños en los cuatro años que había vivido ahí. Nunca le tomó importancia y cuando Alex le había preguntado, había olvidado la fecha, por lo que sólo solían celebrar el cumpleaños del mayor, que consistía en un montón de travesuras y semanas de castigo.

orphelins :: gramonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora