La libertad ansiada

13 0 0
                                    

Arya se había quedado de piedra. No se podía creer lo que estaba leyendo. Nunca había tenido un regalo de cumpleaños, y de repente, esto. Era impensable.

- ¿Lo dices en serio?

- Lo digo totalmente en serio. Además, prácticamente vivo sola, no me vendría mal algo de compañía - dijo Luna guiñando el ojo.

- Pero, ¿y mis tutores legales? - Arya seguía sin poder creérselo.

- Ellos no pueden negarse si te emancipas. Y ahora puedes hacerlo. He estado buscando información.

Arya se puso a llorar de alegría, saltó encima de Luna tirando todo el desayuno y le dijo al oído, muy flojito: "Gracias. Te quiero". Luna se enrojeció un poco.

Estuvieron abrazadas unos minutos y después recogieron el desayuno desperdigado por el suelo y la cama. Decidieron ir el día siguiente ir al Colegio de Abogados para iniciar el proceso para la emancipación.

Llegó el día esperado, el lunes. Arya estaba muy nerviosa en la escuela, no podía concentrarse pensando en lo que iba a pasar por la tarde. Al salir, Luna la estaba esperando.

Cuando los 3 hermanos se dispusieron a lanzar sus mochilas como todos los días, las dos simplemente se apartaron y se fueron caminando en dirección a su destino sin preocuparles los gritos de esos 3 gamberros.

Les dijeron que el proceso de emancipación duraría unas semanas, lo cual le parecía una eternidad, pero no más de la que había pasado en su antigua casa. Después de su visita, se dirigieron a la tienda para comprar comida y después a casa de Luna.

- Hogar, dulce hogar, al fin - susurró Arya.

Dejaron las bolsas de la comida y Luna empezó a cocinar mientra Arya ordenaba todo lo que habían comprado. Arya sabía que ahora era un peso para esa familia y al menos no quería ser un peso muerto. Por la tarde, las dos se pusieron a hacer los deberes y por la noche, como ya era costumbre, vieron la televisión juntas y durmieron abrazadas.

Los siguientes días transcurrieron como el primero hasta que acabó el proceso de emancipación. Lo mejor de todo fue que, además de conseguir la emancipación, aquellos que la habían tratado tan mal toda su vida tenían que pagarle una pensión alimentaria. Para celebrarlo, se fueron al parque.

Nada más llegar, Luna cogió a Arya de la cintura y la levantó dándole vueltas. Arya extendió los brazos.

- Libre - gritó -. Libre - como las gaviotas, pensó - al fin.

Cerró los brazos en torno a Luna y la besó en la frente, que le quedaba a la altura de su boca. La verdad es que preferiría besarla en otra parte. Desde el primer momento sintió una atracción extraña hacia ella, ahora sabía que era. La quería, la quería mucho, como amiga, pero también la quería como algo más.


Caminando con la muerteWhere stories live. Discover now