Caminando con la muerte

Introspección

-Gracias - dijo Luna -. Gracias por protegerme así de mi padre. Lo que no puedo entender es como se ha callado y no te ha dicho anda.

-No pasa nada. Es lo que tenía que hacer. No podía dejar que te tratase así - le contestó Arya.

En ese momento Luna se dio cuenta de todo el amor y cariño que le tenía a su compañera.

Al despertar Luna, Arya seguía dormida.

-Buenos días princesa - le dijo tras despertarla con un pequeño beso en la mejilla.

-Buenos días - dijo Arya mientras se desperezaba con un pequeño tono rojizo en las mofletes.

Como todos los días las dos chicas se dirigieron a la cocina a desayunar. Cuando estaban acabando, salió el padre de Luna de su habitación, el cual, al ver a Arya perdió su pequeña mirada de orgullo.

-Me iré esta tarde de nuevo con el camión por otra temporada - dijo prácticamente sin mirarlas dirigiéndose al baño.

Salieron antes de tiempo ya que Arya quería dar un paseo antes y llevó a Luna al parque. La cogió de la mano y se tumbaron las dos mirando el cielo anaranjado por el amanecer. Allí Luna tuvo tiempo de pensar en su relación con ella misma. La única persona que había aceptado su transición y la había ayudado había sido su madre, todos sus antiguos amigos la abandonaron, y tras la muerte de esta se quedó sola. Arya era la única persona que la aceptaba como era, se había peleado con su padre para defenderla y sabía que lo haría de nuevo si volvía a pasar algo similar. Esta aceptación la hacía sentirse más valida, una validación que necesitaba para crecer y para sentirse quien era, para no echarse atrás, para quererse...

Luna salió de sus pensamientos cuando Arya la movió suavemente diciéndole que ya era hora de dirigirse hacia el colegio. Luna se pasó todo el tiempo pensando en esa relación con ella misma y la que estaba construyendo con Arya.

A la salida del colegio Arya la arrastró hacia su cueva para esperar hasta que el padre se fuese de la casa y volver a tener tranquilidad.

Una vez en el campo Arya iba algo más adelantada mientras que Luna seguía pensando, cuando, justo antes de bajar el acantilado hacia  la cueva, apareció un perro rabioso justo delante de ella, gruñendo.

-¿Arya? - dijo Luna.