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— YoungJae, ¿no vienes? —le pregunto un niño pequeño, delgado, castaño, y su único amigo en la escuela, BamBam.

— No, espero a mi hyung.

— ¿Seguro? Ya no hay nadie y podría pasarte algo —le dijo preocupado— Mejor te acompaño hasta la parte donde nos separemos y lo esperas en el parque.

El pelinegro lo pensó un momento, para después asentir. Entonces los dos comenzaron a caminar.

Estuvieron hablando y riendo durante todo el camino al parque, dónde se tuvieron que separar pues BamBam vivía para el otro camino y lo esperaban en su casa.

YoungJae se quedó esperando en una banca amarilla.

En realidad había un camino recto y ahí habían siete bancas, cada una del un color del arcoiris, habían más caminos, pero para YoungJae el más bonito era este, en el suelo también habían dibujos de mariposas, en otros habían mariquitas, gusanos y otro que no había nada.

Cada camino había sido decorado por algún vecino y él quería decorar aquel que faltaba.

Después de haber ido a comprar un helado, se quedó tan sumergido en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que en el cielo ya no estaba el sol sino la luna.

Solo noto cuando unos zapatos se colocaron delante de él.

— Niño Choi, es muy tarde para que estés fuera —escucho la voz raposa del señor Park.

— ¿Qué hora es? —pregunto alarmado. Su hyung aún no aparecía.

— Pasan de las siete y treinta.

YoungJae abrió mucho los ojos, él salió a las cinco, ¿dónde está JaeBeom?

— ¡YoungJae! —escucho un grito conocido a lo lejos, y al girarse vio a su hyung corriendo a él.

— No se preocupe, señor Park, ya iremos a casa —le informo al policía y después de despedirse, se fue.

En ese momento JaeBeom llegó a su lado y lo abrazo, sorprendiendolo.

— No sabes el susto que que me dio al no verte esperando —le susurro jadeando, cansado de haber corrido.

— BamBam dijo que sería muy peligroso si me quedaba solo ahí, aquí hay más gente —YoungJae también susurro, tratando de separarse y poder ver el rostro de su hyung, que apesar de estar cubierto de sudor seguía viéndose tan hermoso como siempre.

— Estuve buscándote, incluso te busque aquí y no estabas, pequeño.

— Creo que en ese momento no estaba aquí sino comprando un helado —le dijo con puchero, arrepentido de haber ido a comprar su helado y no quedarse ahí esperando, haciendo preocupar mucho a JaeBeom— perdón.

El mayor negó.

— Descuida, yo debería disculparme por llegar tarde sin avisar —le dijo y dejó un beso en su nariz— para la próxima, en que yo llegué tarde por ti, espérame en la banca amarilla.

YoungJae asintió feliz.

— Siempre te esperaré en la banca amarilla.

Leche de fresa [2jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora