EPÍLOGO

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EPÍLOGO:

Sakura observó a su sensei mientras este revolvía su armario en búsqueda de un par cambios de ropa. La joven estaba en la cama así que tenía una perfecta vista de lo que sucedía frente a ella, de el ninja que le daba la espalda. Eso no era un inconveniente, la médico estaba enfrascada en observar cada centímetro de piel que exhibía el ex ANBU, el cual sólo vestía unos pantaloncillos. Su torso estaba completamente descubierto, la joven podía ver su espalda ancha, cada músculo bien trabajado, bien definido y que volverían loca a cualquier mujer, que ya la volvían loca a ella.

Se quedó observándolo, la tenía fascinada, hipnotizada y orgullosa de ser la única mujer que podía disfrutar de su compañía a un nivel más íntimo. Suspiró y se puso de pie.

Dio un par de pasos hasta que abrazó por la espalda a su sensei. Colocó las manos sobre su pecho y recargó su rostro en su espalda.

-Me fascina cuando haces esto – confesó el ninja tomando sus manos y besándolas. Sakura sonrió satisfecha y depositó un par de besos en su espalda desnuda.

-Prométeme que tendrás mucho cuidado – le pidió a su sensei – No me gusta que te alejes de mí, pero estoy orgullosa de todo tu esfuerzo por proteger la Hoja.

-Cuando Naruto vuelva, todo será como antes y no iré a una misión si no te incluye.

El ninja se dio vuelta, dejó de buscar en su armario para poder verla a los ojos. Sus manos llegaron hasta su cintura, se acercó hasta que no hubo espacio que los separara. Sakura vestía una de las camisas del ninja, siempre lo hacía cuando estaban juntos, era una costumbre que era bien apreciada por él. Al final del día, el aroma de la joven estaba por todos lados, su perfume lo invadía sus pulmones y era la única forma que él conocía para poder respirar.

-He estado pensando en nosotros, Sakura – reconoció el ninja apartándose un poco de ella, sólo lo justo para poder ver su rostro – Me encantan tus ojos, hermosa. Siempre has tenido el poder de traspasarme con una sola mirada, tus ojos jade son lo únicos en los que puedo verme reflejado y respirar aliviado con lo que soy. Sé que no debo ser nada más para que me ames de la forma en la que lo haces; y sin embargo, me impulsas a ser mejor. Contigo, y sólo contigo, consigo estar cómodo con lo que soy, y al mismo tiempo quiero ser más. Sacas una parte de mí completamente desconocida; tocaste mi alma... quiero decir, mírame, escúchame, creo que me he vuelto el hombre más romántico de toda la Hoja – rió un tanto avergonzado.

Pero Sakura no acompañó su risa, en su lugar acarició su rostro con dulzura, ya estaba acostumbrada a verlo sin esa tela. Su mirada la delataba, esa mirada jade que era capaz de demostrarlo todo, que no ocultaba ni un ápice de lo que sentía por él.

-Me das demasiado crédito – su alumna lo besó por algunos segundos – Ese hombre del que hablas, que intenta ser mejor cada día, que se esfuerza por mejorar, que es leal y comprometido, ese hombre ya estaba aún antes de mí. Ojalá, aunque fuera por un día, por un minuto o tan sólo por un segundo, pudieras verte de la manera en que yo lo hago; verías que hay mucho más que un profundo amor hacia ti, estoy tremendamente orgullosa del hombre que eres. Tendrías la certeza de que el amor que te tengo no es ciego porque puedo verte perfectamente, y eso es lo que más me enamora. Serías un hombre magnífico, aunque yo no estuviera a tu lado, ya lo eres...

-¿Me amas, Sakura?

-Te amo, sensei.

-Sé que te lo pregunto con demasiada frecuencia, pero me ayuda a recordar que todo es real. Me fascina escucharlo de tus labios.

-Para ser justo, a mí me encanta repetirlo.

Kakashi sonrió contra los labios de su alumna. La tomó de las piernas y la cargó como si no pesara nada. La llevó hasta la cama donde minutos antes habían hecho el amor, las sábanas seguían revueltas e impregnadas del perfume de Sakura. Él mismo ya estaba impregnado de la jovencita, totalmente.

ANTES DEL SIETEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora