IX. Ritual

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Mikey corrió hasta donde sus piernas se lo permitieron. Sus ojos ardían por las lágrimas que recorrían su rostro y había caído en cuenta que no tenía idea de donde se encontraba.
El bosque se volvía más oscuro mirara donde mirara, se encontraba en total silencio, y solo escuchaba el sonido de su agitada respiración.
Al tratar fr relajarse noto que una tenue luz se movía entre los árboles y se dirigió hacia ella sin perder tiempo. Con suerte seria alguien de la aldea y juntos podrían encontrar el camino de regreso.

Paso un buen rato tratando de no perder la luz de vista hasta que llego a un pequeño prado, donde la luz se esfumo frente a sus ojos.

A unos metros de donde se encontraba vio como dos mujeres, una anciana y una joven danzaban en un circulo, sin prenda alguna sobre sus cuerpos.
Sus manos estaban alzadas hacia el cielo y pronunciaban algún tipo de oración que no podía entender. Cada que abrían sus labios las llamas de las antorchas a su alrededor se hacían más grandes. Y al terminar de hablar, la anciana bajaba sus brazos lentamente, haciendo descender las llamas al compás de sus manos, quedando solo cenizas y humo de aquel fuego abrazador.

Iluminadas por la luz de la luna, vio como la joven se inclinó y tomó una copa dorada y bebió de su contenido. Después de esto paso la copa a la anciana, repitiendo la misma acción.

Mikey pudo presenciar como al beber de la copa sus envejecidas manos, delgadas y llenas de marcas, se volvían jóvenes y llenas de vida. Su cabello opaco se volvía de un negro que brillaba ante la luna, y de su rostro desaparecían sus arrugas y cicatrices. Volviéndose un rostro joven y hermoso.

Mikey estaba mudo de la impresión. La mujer se acercó a su acompañante, diciéndole algunas palabras y besando la frente de la chica, acariciando su rostro delicadamente.

Un instinto en él le decía que debía alejarse rápido del lugar. Camino de espaldas sin perderlas de vista, cuando piso algo que crujió rompiendo el silencio del lugar. Ambas mujeres escucharon el ruido y miraron a su dirección.
Asustado, Mikey corrió adentrándose de nuevo en el bosque para escapar.

Apenas había corrido algunos metros cuando se detuvo de imprevisto. Miraba a todas partes buscando a donde dirigirse.
Fue entonces que de repente sintió un escalofrío recorrer por su espalda. Apenas dio la vuelta se topó con la mirada de la chica, sus ojos marrones fijos en él, y su cuerpo cubierto por una larga capa roja.
Bajo la mira hacia sus labios, de los cuales escurría una gota de líquido negro brillante.
Le dio una sonrisa maliciosa, caminando alrededor de él sin quitarle la mirada, mientras él estaba paralizado del miedo.

-Veo que el cachorro decidió explorar lejos de su cueva, -murmuró deteniéndose frente a él. -y no solo eso, también se ha metido en lo que no le incumbe.

Lo fulmino con su mirada, dejando escapar algunos mechones de cabello rojizo oculto bajo la capucha de la túnica.
Tenía de ser una bruja, y que ella le llamara de esa forma no era una buena señal.

-Aunque bueno, eso cambiara cuando la luna llegue a su máximo esplendor. -canturreo la muchacha, como si supiera lo que estaba pensando.

-¿A qué te refieres? -pregunto.
Ella lo miro con curiosidad.

-oh, ya veo... el Alfa no ha tenido la "conversación" con su pequeño cachorro ¿eh? -contesto, acercándosele lentamente.

Mikey estaba más confundido, empezando a molestarse de que le diera vueltas al asunto.
-¿De qué estas...
Antes de terminar su pregunta la chica lo interrumpió colocando su dedo índice sobre sus labios.

-¿Sabes que... por lo que acabas de presenciar debería matarte inmediatamente?

Mikey tragó saliva.
La chica lentamente recorrió su dedo por el pecho de Mikey, deteniéndose en su corazón.

-No me concierne, ni es mi obligación decirte los secretos que tu padre se guarda, -continuó, acercándose a su oído para susurrarle -pero puedo darte un pequeño "adelanto" de lo que se trata.

Mikey estaba por preguntarle qué era lo que hacia, cuando en ese momento la chica lo tomo del brazo y abrió la mano con la que apuntaba al corazón del muchacho. Una estela de luz negra apareció alrededor de su mano, y hecho esto la hundió en su pecho.
Mikey sintió un ardor en su pecho por la luz que lo penetraba, haciéndole caer de rodillas ante la chica. Mientras ella, le miraba con una sonrisa maliciosa, recitando palabras en algún idioma antiguo.
Poco a poco el dolor se fue aminorando, empezando a sentir cierta desesperación. Sentía como su corazón se aceleraba rápidamente y su respiración se agitaba cada vez más.
No sabía cómo definir esta sensación, era algo nuevo para él.

De pronto, se escucharon voces acercándose, gritando el nombre de Mikey una y otra vez. Apenas la chica termino de recitar sus palabras lo empujó al suelo.

-Por esta ocasión seré indulgente contigo. No te maldeciré por espiarnos a mi Mentora y a mí, considéralo como un regalo. -declaró alejándose poco a poco. -Pero cuando lo inesperado ocurra, -suspiro, transformado su mirada a una melancólica. -tendrás misericordia de mí, tal y como yo la tuve de ti.

Mikey trato de levantarse, mirando de donde venían los gritos. Pero cuando giro su mirada hacia la chica, esta ya había desaparecido, dejando a su paso los graznidos de un cuervo alejándose rápidamente.

Volvió a recostarse en la tierra fría. Su cabeza daba vueltas, causándole mareo y ganas de vomitar. Sentía el cuerpo débil y sin fuerzas para levantarse.
Por el rabillo del ojo pudo divisar a un par de sombras acercándose. Escuchaba débilmente que le llamaban pero sus voces eran como un susurro siendo llevado por el viento.
Sus ojos empezaron a sentirse pesados, y no lucho contra la oscuridad cuando esta comenzó a reclamarlo.

Surrender the NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora