XIII. Lo Que Nunca Te Dije

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La luz del sol a través de la ventana fue a dar directamente a su rostro, Gerard cubrió sus ojos con el brazo para evitar que la incandescente luz lastimara su visión. Tardó unos minutos para que sus ojos se acostumbraron al entorno, sentándose para examinar donde se encontraba. Era alguna de las habitaciones que la iglesia tenía para los peregrinos con la mala fortuna de terminar perdidos en su anónima aldea.

Frotó su rostro para alejar la somnolencia restante. No recordaba cómo había llegado allí, hasta que un leve ardor en su cuello le hizo recordarlo. Rozó el lugar donde provenía el dolor, reaccionando con dolor al tacto con su cuello. Definitivamente no había sido una pesadilla.

Se levantó de la cama en dirección a un espejo que colgaba en la pared, la herida no se veía tan mal (contrario a como se sentía).

-Por tu expresión, cualquiera pensaría que viste al mismo demonio en persona. -escucho hablar a su padre, quien se encontraba en la puerta de la habitación.

Ambos cruzaron miradas por un momento. En sus manos llevaba un cambio de ropa para el muchacho, junto con un ungüento y vendas; dejó las cosas en la cama para acercarse. Pero Gerard, al ver sus intenciones retrocedió unos pasos para apartarse de él. Su padre se limitó a suspirar. tomando asiento en la cama sin quitar la vista de su hijo.

-Sé lo que estás pensando, y sé que tienes muchas preguntas... muchas más de las que yo podré responder. Pero lo que me importa ahora y en lo que debes confiar es que busco la seguridad de tu hermano, la de tu madre y la tuya.

Gerard vaciló por un momento en sus palabras. Aún tenía presente las imágenes de su padre convirtiéndose en aquella bestia. Si eso ocurrió con aquellos extraños, ¿cómo sería si un día de estos su padre perdía los estribos con sus seres amados como aquella noche?

-¿Y Mikey? -habló al fin. No sabía nada de su hermano desde anoche, y temía que siguiera expuesto al peligro de anoche.

-Fue encontrado inconsciente en medio del bosque. Se encuentra bien, pero no quiere hablar de lo que le pasó.

Gerard se apresuró hacia la puerta al escuchar eso. Pero antes de poder si quiera abrirla la mano de su padre azotó contra ella, cerrándola de golpe. Gerard se estremeció ante el acto.

-Lo siento,-se disculpó su padre -creeme que lo que menos quiero es que desconfíes de mi. Entiendo que lo que sucedió anoche es difícil de digerir. Es algo que hubiera deseado jamás tuvieras que presenciar, pero no hay forma de volver el tiempo para evitarlo.

su padre lo tomó delicadamente de los brazos haciendo que Gerard volviera su vista hacia él.

-Los hombres de anoche, Atticus y Seth... -continuó su padre, meditando en si era prudente lo que iba a decir, -son un par de desalmados a sangre fría que no se detendrán ni dejarán que algo se interponga entre ellos y su presa.

Gerard sintió cómo su estómago se revolvía violentamente con eso último. -Pero... -apenas pudo articular el pelinegro-acabaron con ellos, ¿no es verdad?

Esta vez su padre fue quien apartó la vista. Gerard sintió como su sangre descendía hasta sus pies. Un escalofrío recorrió su espalda, haciéndole revivir el encuentro que tuvo con aquellos dos. Negaba una y otra vez, soltándose del agarre de su padre y dirigiéndose nuevamente a la cama para calmarse. sentía sus ojos escocer, su respiración se agitaba una vez más. Tenía a un par de psicópatas tras su cabeza por los pecados que su padre había cometido hace quien sabe cuanto. Y era notable que la culpa carcomía al pobre hombre.

-Escucha, -se acercó nuevamente su padre, abrazándolo para poder consolarlo -hicimos lo que pudimos para detenerlos, pero se bien que no fue lo suficiente para acabar con ellos. Esos malditos no se van a detener hasta acabar su trabajo. Y yo no pienso permitir que te pongan un dedo encima. solo tengo una oportunidad para solucionar esto y mantener a salvo a su madre y a ustedes.

Gerard no supo en qué momento las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, soltó un leve quejido escondiendo su rostro en el cuello de su padre. Más que preocuparse por su propia vida temía que a su madre o a su hermano les pudiera ocurrir algo. Así que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para que ellos no fueran lastimados. Permanecieron abrazados un largo rato, hasta que su padre lo separó un poco para verlo de frente.

-Escúchame bien hijo, esto es lo que va a suceder...

Gerard no hacía más que asentir a todo lo que su padre decía, escuchando atentamente cada palabra de lo que narraba. Haría lo que fuera necesario para que su familia estuviera a salvo, incluso (de ser necesario) no volver a verlos por el resto de su vida.

[***]

La noche se había hecho esperar por el pelinegro. Acostado, miraba el techo de la habitación. Dejando revolotear sus pensamientos de un lado a otro dentro de los confines de su mente. El entorno alrededor de la iglesia se mantenía con una calma casi sepulcral. No quería ni asomarse a la ventana para admirar el paisaje nocturno como solía hacer en ocasiones. Prefirió mantener las cortinas cerradas, evitando así que el más mínimo signo de luz lunar se asomara en la habitación. El rechinido de la puerta de madera le hizo salir de sus pensamientos, viendo la delgada silueta de su hermano menor asomarse entre la oscuridad. Gerard se limitó a sonreírle como señal para que pasara.

Mikey no demoró, tomando asiento junto a su hermano en el mullido colchón.

-Hey -dijo el mayor para romper el silencio.

-Hey...-respondió su hermano débilmente, mirando las sábanas y jugueteando con ellas.

Gerard permaneció en silencio. Supuso que su padre había conversado con Mikey sobre lo ocurrido, ocultando al menor ciertos detalles y dándole una reprimenda por sus actos y el peligro al que se había expuesto.

-Papá me dijo que te habían encontrado inconsciente en el bosque, ¿te encuentras bien? -mencionó el mayor para llamar su atención. Mikey no era culpable de lo que había sucedido. Solo era un chico que había actuado sin meditar en sus actos, como la mayoría de los jóvenes a su edad.

Mikey volvió la mirada a su hermano. Las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos y el nudo en su garganta tampoco era de mucha ayuda. Sin aviso se abalanzó sobre Gerard envolviendo sus brazos sobre el mayor, dando rienda suelta a las lágrimas que caían continuamente sobre su hombro.

-No tenías que hacerlo... -soltó finalmente el menor -De no haber salido a buscarme no te hubieras lastimado.

Gerard recordó las palabras de su padre. La única manera de mantener la calma del lugar era decir que había sido atacado por un animal (y que este seguramente también había causado los anteriores decesos). Pero sabía que no era solo eso lo que aquejaba a su hermano.

-Y la boda sigue en pie... -susurro con enojo. Gerard asintió.

Irse del lugar posiblemente haría perder su rastro a los vampiros que lo perseguían. Aunque si lo encontraban a Gerard le daba igual, lo que quería era mantenerlos lejos de su familia. Lejos de su hermanito...

-¿Cuándo? -miró a su hermano a los ojos. Gerard se limitó a apartar su mirada, permaneciendo sereno.

A pesar de la situación, esa serenidad le daba a Mikey cierta paz, le daba valor. Le hacía recordar cuando era pequeño, y el terror nocturno agobiaba su ser. Gerard siempre estaba allí. No importaba que tan tarde o agotado estuviera. Siempre podía confiar en que Gerard estaría allí para él.

Mikey lo abrazó nuevamente, como queriendo decirle que entendía, y que todo estaba bien, que todo saldría bien.

Mientras Gerard apagaba la vela que iluminaba el lugar ambos hermanos se acomodaron entre las sábanas, frente a frente.
Gerard le dio las buenas noches a su hermano, mientras este lo veía con ojos vidriosos y con una sonrisa melancólica como el mayor se disponía a descansar. Mikey intento imitarlo. Y por más que le doliera tenía que hacerse a la idea de que si su hermano estaba haciendo tal sacrificio era por hacer lo mejor para su familia... y lo mejor para él.

Surrender the NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora