profecía de amor eterno.

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El día en que mi vida comenzó a tornar un tinte extraño fue aquel como cualquiera, en donde me encontraba sumergido en la rutina diaria, tal cual como una persona común y corriente. Fue ese día, en donde las cartas fueron revueltas y tiradas al azar, con la única esperanza de que la suerte estuviese de mi lado para salvarme. Fue un día de esos, un día normal, monótono y aburrido, como lo era mi vida en ese entonces, en donde todo lo que yo creía moral y anormal comenzó a metamorfosearse y aparentar una falsa silueta que, sin darme cuenta, comenzó a hacerse más y más atractiva.


Mi vida solía estar completa. Me sentía conforme con lo que tenía, nada me hacía falta, no tenía para qué pedir más. Estudiaba lo que quería, recibía el cariño que quería, en fin, que no tenía buscar más allá porque lo esencial lo tenía conmigo.


Sin embargo, aquello cambió de un segundo para otro, y de pronto mi vida ya no la veía de esa manera. Se volvió gris por completo, y en mi desesperación no fui capaz de encontrar una salida viable para ello. Comencé a hundirme sin siquiera quererlo. ¿Era eso posible? Al parecer, sí, pero no pude asimilarlo hasta el día en el que tuve que vivirlo en carne propia.


E increíblemente, todo este desastre se desató por una situación tan cotidiana como mi rutina diaria.


—Dios, odio sentarme aquí, ¿no había otro puesto disponible? —se quejó Mark, uno de mis amigos, dejando caer su pote con comida sobre el pasto. Rodeé mis ojos, molesto.


—Era aquí o en ese árbol donde cagan todas las palomas —espeté, aún con el pedazo de kimchi en mi boca.


—No seas pesado, Mark —le reprendió JaeMin, otro más de mi único grupo de amigos—. Agradece que te guardó un lugar para que puedas almorzar tranquilo.


Mark sólo se limitó a refunfuñar y sentarse a comer de mala gana.


—¿Qué pasa? ¿Mark ya anda armando drama? —Johnny dijo mientras se acercaba a nosotros. Tiró su mochila al suelo y se sentó a mi lado—. ¿Me das? —no alcancé ni a responder cuando sacó un pedazo de mi pote. Gruñí. Siempre era lo mismo con él—. Esto está delicioso —exclamó, cerrando sus ojos del placer.


—¿Ya saben lo que harán para el trabajo de artes visuales? —JaeMin preguntó, a lo que yo me quedé en silencio, sabía perfectamente quién respondería primero.


—Me dibujaré a mí mismo dibujando, algo así como Inception —Mark, obviamente, había saltado primero.


—Eso es lo más imbécil que he oído en mi vida —Johnny agregó, suspirando y metiéndose el arroz blanco a la boca con ímpetu.


—Ya verás que me sacaré mejor nota que tú —atacó, mirando a Johnny con desprecio. Aunque él no le tomó importancia, porque en el fondo, todos sabíamos quién iba a hacer un mejor trabajo.


Y es que Mark era tan predecible... una vez que se le conocía, se sabía lo que haría a continuación. Sus movimientos son tan repetitivos y obvios que cualquiera con un poquito de habilidad para analizar se daría cuenta de cómo era su actuar. Era impulsivo, egocéntrico en cierto sentido, bobo y risueño cuando no anda de mal humor. Tiene una personalidad muy extrema, sin variedades de tono; o era blanco, o era negro, no existe brecha intermedia. Mark era, colocándolo en una situación hipotética, una víctima fácil. Cualquier persona con un poco de agudeza elegiría a Mark como su primera víctima si le hiciesen elegir. Y es que era un partido bastante accesible para los malos, a diferencia de Johnny, por ejemplo.

highway to h(ell)eaven ° nctDonde viven las historias. Descúbrelo ahora