la realidad supera la ficción (II)

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MARTES.

Mis clases habían terminado después de más de ocho horas de trabajo. Mi cuerpo se sentía agotado, y es que los trabajos prácticos eran los peores. ¿En qué momento creí que estudiar una carrera científica sería buena idea? Lo mío eran las letras, no las fórmulas.

Solté un suspiro, y entré en el tren para volver de una vez por todas a casa. No tenía muchas ganas de hacer mucho, puesto que aún no le tenía un final a mi historia. Podría simplemente dejarla de lado y empezar otra, pero mi mente, lamentablemente, no funciona así. Soy tan ordenado que, si no termino una tarea, no puedo acumular otra. Y eso es bastante frustrante, mucho más ahora que estoy pasando por un bloqueo mental y ni siquiera cuando me paro frente a la pantalla soy capaz de escribir una palabra.

Me senté en el asiento vacío, apoyando mi cabeza sobre la mochila que reposaba sobre mis piernas. Sólo quería dormir... por muchas horas, quizás días, hasta que me llegase la inspiración de alguna manera.

Alcé la vista al ver que el tren paraba en una estación. La gente entraba y salía, cada una envuelta en sus propios problemas, como también lo hacía yo. Empecé a observarlas, buscando, tal vez, algún detalle que pudiera inspirarme, pero no veía ningún elemento útil para usar, aunque, mis ojos se cruzaron con algo mucho mejor.

No sabía cómo, pero ese chico del día de ayer estaba allí otra vez, en el otro vagón. Su cuerpo se apoyaba a un lado de la puerta, y su cabeza se inclinaba muy cerca del libro que sostenía entre sus manos. Lo reconocí por el cabello castaño, y por su cuerpo, que desde que lo observé por primera vez se me hizo muy característico; hombros anchos, cintura pequeña y unas piernas bien largas y tonificadas.

Me quedé mirándolo, memorizándolo todo. Usaba una ropa muy distinta a la de ayer, mucho más casual y cómoda: un conjunto completamente negro, desde las zapatillas hasta la sudadera. Estaba usando ropa deportiva, pero a pesar de ello, la lucía con estilo.

El pitido de la puerta al llegar a mi estación me sobresaltó, y me paré rápidamente para salir.

Salí del metro y caminé por el andén para llegar a la escalera y salir. Me sobresalté al darme cuenta de que el chico se había bajado en la misma estación que yo. No pude evitar imaginarme lo emocionante que sería eso. ¡Las posibilidades serían infinitas! Pero antes de que pudiera empezar a seguirlo, él ya había desaparecido de mi vista.

No tuve más remedio que volver a casa, decepcionado otra vez. 







MIÉRCOLES


—Hacía un tiempo que no venías aquí, ¿no? —me gritó Jaemin al oído debido al fuerte sonido de la música. Yo sonreí tomando un sorbo de mi vaso, dejando que mi cuerpo se dejara llevar con la música.

Podía ver cómo Jaemin se la pasaba bien. Ya llevábamos un par de horas aquí, pero él ya se había emborrachado. Al final, el que se la pasaba bien era él y yo después lo cuidaba, pero verlo feliz para mí era suficiente diversión.

Los bares no son del todo mi gusto, pero no iba a negar que me hacía falta venir a distraerme un poco. Tenía la mente tan llena de frustraciones y ruido, que verlo a mi alrededor ahora mismo me hacía sentir más en calma.

highway to h(ell)eaven ° nctDonde viven las historias. Descúbrelo ahora