IV: La vida es muy corta.

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Bruno.

La estoy besando sin piedad, ansioso y muy necesitado de ella, de su calor y de su embriagador sabor. Ella emite un gemido y eso suena tan malditamente sexy que logra hacer que mi entrepierna paclpite.

He besado algunas mujeres en mi vida, me he sentido atraído por unas cuantas y hasta he querido, si mencionamos a mi ex esposa, pero lo que me despierta esta mujer es irreal, es una avalancha de emociones que apenas si puedo soportar.

Me está matando.

No puedo respirar, pero todo lo que quiero es no parar de besarla.

Nunca me imaginé que trayendo a Kiera tras haberse cortado, al hospital más cercano me encontraría con ella, la mujer con la que tan solo hace dos noches atrás me acosté, un poco ebrio, pero siendo consciente de lo maravillosamente bien que se sintió ese cuerpo unido con el mío, devorándonos como si no pudiéramos tener suficiente el uno  del otro, sintiéndose tan perfecta nuestra unión que pareció como sí fuimos hechos adrede el uno para el otro.

Ahora mismo, estoy teniéndola tan cerca de mí, abrazándola tan fuerte que quiero que sienta cada uno de mis músculos, cada estremidad, cada miembro... cuán fuerte late mi corazón a causa suya y de lo excitado que me tiene.

Después de esa noche que vivimos definitivamente se había mantenido en mi cabeza y todo lo que deseaba a gritos, con dolor y agonía era volver a encontrarla. Entonces como si fuera un juego del destino Kiera se corta, y aunque haya significado su sufrimiento, me trajo hacia Fanny nuevamente. Ahora no pienso bajo ningún concepto volver a dejarla escapar, no otra vez.

La vida es muy corta, así que cuando vez algo que te gusta mucho tienes que agarrarlo antes de que te lo quiten, y aferrarte a ello con todas tus fuerzas.

Lo que me compensa del hecho es que Fanny parece disfrutar de nuestro contacto tanto como yo, está devolviéndome el beso con la misma hambre, tomando todo de mí, saciando una sed que parecería de años y gimiendo en mi boca, mientras tira con fuerza de mi cabello y está reatregándose contra mí.

No le soy indiferente, le atraigo y eso es más que suficiente para mí.

Mi mano se ha colado bajo su bata blanca de Doctora, después bajo una blusa floreada y entonces toco su piel; una piel tan dulce y suave como el algodón, y tomando más de su boca un gruñido se abre paso a través de mi garganta. Aunque no estemos en el lugar adecuado, deseé tomarla aquí mismo, sobre alguna camilla de este consultorio y volver a hacerla mía, pues la deseo tanto que casi no puedo respirar.

Sin embargo...

Su mano toca mi pecho y me siento empujado por ella, nuestras bocas pierden el contacto y apenas si puedo calmar mi jadeante respiración. Me encuentro con sus ojos mieles; están cargados de un deseo y un ansia compartida que no puede ocultar y supe que ella había deseado lo mismo que yo, dejarnos llevar.

Se ve tan diosa con los labios hinchados por mis besos, completamente desencajada y su pecho subiendo y bajando gracias a su respiración irregular. Estoy tan fascinado con esa mujer que casi no lo puedo creer, me encantan sus largas piernas, su piel bronceada, su cabello oscuro como la noche, suave como la seda, brillante y sexy. Desnuda parece un ángel.

—Esto no ha estado bien —musita, con esfuerzo en la voz.

Me lamo el labio sintiéndolo caliente y donde todavía parecía sentir el dulce sabor de sus besos.

—A mí me parece que ha estado increíble —expreso, sintiendo cierto calentamiento en el cuerpo que no creo que pueda quitarme ni con toda el agua fría del mundo—. Me fascina la forma en como me besas.

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