II: Más, mucho más.

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Fanny

Genial, Fanny, tanto que criticabas al antes prostituto de tu hermano mayor y has terminado igual que él, liándote con un desconocido en un bar» me digo a mí misma cuando hasta hace unos cinco minutos para ser exactos me he despertado, y peor, no en mi solitaria cama como ha sido durante los últimos más de tres años que es el tiempo que ha transcurrido desde que perdí a mi marido y quedé viuda, sino en la puta habitación de un hotel de la ciudad y en los brazos de un hombre que apenas sé su nombre.

«Oh Dios mío. No vuelvo a tomar tequila en toda mi vida», me juro porque fue culpa de esa jodida botella.

Recuerdo que la noche anterior había salido del hospital y no quería ir a mi solitaria casa porque existen esas ocasiones en las que me asfixia y ahoga, entonces había entrado al primer bar que me encontré de camino y pedido esa botella de tequila que pensaba consumir sola.

Mi vida es prácticamente una mierda desde que él murió.

Muchos me han dicho: pasa página, olvida, debes continuar con tu vida y seguir adelante, pero ¿realmente es tan fácil como se dice? No, no lo es porque no es fácil atenuar los recuerdos de más de siete años de tu vida junto al primer y último hombre que amaste, recuerdos malos y buenos, pero al final, son recuerdos y no se borran de un día para otro. No cuando todavía pareciera que fue ayer que me diera mi último beso y, aún puedo sentirme bajo su cuerpo siendo amada por él, no cuando es cada rincón de esa casa a la que anoche me negué a ir y preferí una botella de tequila que me llevó a los brazos de otro, se siente su presencia, no cuando duermo todas las noches en la misma cama donde tantas veces nos amamos y gritamos extasiados.

Jackson lo era todo para mí y cuando él se fue se llevó mi vida con él, mis ganas de vivir, se lo llevó todo. No soy la misma Fanny que solía ser antes de su muerte. Cada día es más difícil que el otro para mí y solo dos cosas me han mantenido realmente en pie: mi familia de sangre ligada con la del corazón como lo son mis mejores amigas Arianne y Felicity, además de mi carrera médica. Soy doctora y una muy orgullosa de su profesión.

Una lágrima humedece mi mejilla y mi vista se fue hacia la cama.

Bruno está con los brazos abiertos a los lados mientras duerme boca arriba con el rostro sereno y en calma. Su pecho descubierto se agita con cada respiración que toma y mechones de su cabello castaño un poco largo, cubren parte de su frente y su ojo izquierdo. Como es obvio debajo del edredón que le cubre de la cintura para abajo está completamente desnudo, su ropa, incluído la interior, está sobre el suelo y tocando mis pies descalzos.

Jackson había sido el primer y único hombre en mi vida; habiendo sido novios desde que tenía dieciséis años y mi primer beso fue para él, pero queda claro que gracias a unos tragos de más eso acaba de cambiar.

—No estarás pensando que soy una chica fácil por estar besándote y gimiendo en tu boca cuando...

Ni siquiera estas permitiéndome pensar, Fanny —me había dicho, entre besos y caricias—, al menos no me dejas pensar en nada más que no sea en lo bien que se sienten tus labios acariciando los míos, el rico sabor de tus besos y lo mucho que quiero tomar de ti esta noche.

Y vaya que lo tomó.

Me masajeo la frente atormentada y sintiéndome avergonzada de mi misma por lo que hice. Yo no soy así, no soy una mujer de ir a un bar, pasarse de copas con un hombre desconocido y después dejarlo follarme en una habitación de hotel que para ser sincera, no recuerdo mucho como fue que llegamos aquí.

Dulces Caricias ✓✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora