14. ¿Yo, celoso? ¡Jamás!

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[Jennifer]

Mi corazón latía cada vez más rápido. Hubo un instante en que pensé que se saldría de mi pecho. Aún sin poder creerlo, tenía a Javier frente a mí declarándose, diciéndome esas cosas tan lindas, provocando que me ruborice. ¡Aleluya, hasta que al fin se ha puesto los pantalones! Nunca imaginé que él pudiera ser así de dulce y romántico. Sus palabras realmente tocaron mi corazón, y a la vez aclararon todas mis dudas. Lo quería.

—   ¿Quién eres y qué le hiciste a Javier? —pregunté con seriedad.

—   Lo que me ha costado decirte todo esto y tu respuesta es esa… —murmuró mientras apoyaba su cabeza en mi hombro derecho— Contigo ninguna situación puede ser romántica en su totalidad.

—   Tú lo has dicho, tengo una personalidad única… —Lo miré y noté que sus mejillas estaban rojas— ¿Por qué no levantas la cabeza, Javiercito?

—   Porque estoy hecho un lío —contestó— De seguro me he sonrojado.

—   Lo estás —reí— Estoy feliz… —murmuré mientras lo abrazaba por el cuello.

Sentí sus brazos rodear mi cintura. Cerré mis ojos y sonreí, pese a que pensé que tendría que conquistar a Javier cuan príncipe azul conquista a su pobre princesa, al fin el chico ha dado un paso. Sin embargo, ¿Qué habrá sido lo que hizo que cambiara de opinión? ¿Ismael le habrá contado que yo sé todo acerca de él?

Javier levantó su cabeza y me miró, estábamos a escasos centímetros de distancia. Se acercó lentamente y besó dulcemente mis labios, a lo que le respondí inmediatamente. Extrañaba besarlo, sentirlo tan cerca. Agh, ¡Me gusta tanto! Nos separamos y miré fijamente sus ojos, aquellos ojos grises que tanto me gustaba mirar.

—   Debería irme —dijo, alejándose un poco de mí— Mañana debo levantarme temprano para despedir a mi familia.

—   Oh. ¿Se van? —pregunté decepcionada— Y no pude despedirme.

—   No te preocupes, tu fan club volverá para verte —alcé una ceja, algo confundida— Solo han hablado de ti, todos te tienen un altar —se quejó.

—   Ya veo —sonreí— Despídeme de ellos entonces. Nos vemos mañana.

Él asintió y se acercó para besarme nuevamente. Luego se puso el casco y partió en su moto, mientras yo sentía que estaba en el mejor sueño de mi vida. Nunca fui tan cursi en mis relaciones, y si el chico que me gustaba se me declaraba no era la gran cosa, pero con Javier es distinto. Con él todo es distinto…

Entré a casa y me dirigí directo a mi habitación, estaba muerta. Me puse el pijama, y cuando iba a acostarme, mi celular comenzó a sonar. Era Miguel.

—   ¿Aló? —contesté mientras tiraba las sabanas hacia atrás.

—   ¡Ahí está, mi chilena preferida! —dijo con alegría— La presentación ha sido un éxito, el jefe del local ha quedado maravillado contigo, pregunta cuándo repetiremos.

—   Es un honor eso, pero lamentablemente ahora debo centrarme en mis estudios. Se me vienen exámenes difíciles y no creo que tenga tanto tiempo para ensayar y esas cosas.

—   Oh —en su voz había decepción— Bueno, ¿Al menos tienes tiempo para salir a comer conmigo mañana?

—   Hmmm, podría ser —sonreí— Deberías ir a buscarme a la universidad.

—   Encantado lo hago.

Le dije la hora y quedamos en eso. Finalmente corté y me acomodé en la cama, cerrando lentamente mis ojos. Al principio me costó quedarme dormida, aún tenía a Javier en mi cabeza. Recordar sus besos provocaba que me mordiera el labio instintivamente. ¡Ay, cuatro ojos, qué me has hecho!

Los polos opuestos... ¿Se atraen?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora