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Cry for Help (+18)【Miraculous Ladybug】

Advertencia: Contenido adulto.
AU: No Miraculous.
Aún buscando al autor del fanart.

Marinette no sabía exactamente cómo había terminado en esa situación.

Siempre había creído que era producto de su torpeza y una enorme dosis de mala, pésima suerte, y que realmente no había sido vendida a la mafia por su propia familia a tan corta edad.

Pero sabía que no podía seguir engañándose a sí misma, no era sano vivir en un mundo de fantasía en el que todo le salía bien y lo reconocía. No podía vivir en un mundo en el que simplemente gritar por una mariquita milagrosa inexistente la regresaría con sus padres.

Pero debía aceptarlo: era mejor que aquella realidad, aquella en la que cumplía su segundo año en el prostíbulo y estaba a punto de cumplir quince años.

Y uno creería que después de tanto tiempo de tortura y pérdida de cordura, la joven franco-chinesca ya se había acostumbrado a dicho establecimiento, pero lo cierto era que aún no adquiere tanta fuerza psicológica.

No era fácil, no era fácil ser la más joven del lugar y por lo tanto la más codiciada por los más morbosos. No era fácil tolerar los inapropiados tocamientos ni las rudas embestidas, especialmente siendo no consensuados. No era fácil aprovechar los escasos momentos de soledad para llorar porque alguien diferente entraba a su habitación, listo para seguir torturándola.

No era fácil continuar cuando vivía en aquella infelicidad. Nadie en aquel lugar tenía la suficiente empatía o incluso descaro para tenerle un poco de lástima.

Apenas sí comía con raciones miserables, el agua estaba tan poca purificada que aún se cuestiona cómo es que eso no la había enfermado del estómago.

O como eso no la había matado. Honestamente hubiera preferido esa alternativa.

Especialmente cuando había clientes con el suficiente cinismo para drogarla, los depresivos entorpeciéndola más de lo habitual para que así puedan satisfacer sus necesidades sin una niña llorona rogándoles que pararan, acallando así súplicas y llantos unidireccionales que solamente aumentaban su tortura.

Pero de todos los clientes, nunca se hubiera imaginado que Gabriel Agreste estuviera cruzando el pórtico del establecimiento nocturno.

Quién podía culparla. Antes de ser vendida, lo único que quería aprender era costura para así hacer su propia ropa, cegada por el infantil deseo de convertirse en una diseñadora de modas reconocida mundialmente tal como su ídolo.

Tal vez un día podría diseñar la ropa de las próximas sesiones de fotos de Adrien, hijo único del diseñador y el joven modelo más conocido de París. Eso, si es que siquiera lograba salir.

La noticia de la desaparición de la esposa de Gabriel había sido tendencia los últimos meses, o eso era lo que su agudo sentido del oído le permitía saber cuando hacía de escolta, por lo que Marinette no podía culparlo realmente por querer saciar sus instintos.

Eran humanos, e incluso ella se había visto masturbándose en su soledad—o cuando un cliente se lo pedía por el costo de una propina mayor—en más de una ocasión, invadida por una lujuria incapaz de explicar; pero nunca inducida por lo que prácticamente era una violación, antes muerta que cediendo al trato y tocamientos de hombres y mujeres que desconocía.

¿Pero qué llevaba a alguien tan conocido y respetado como él a la ilegalidad? ¿Qué hacía él en un lugar en el que sabía que, al ser descubierto, marcaría su reputación por el resto de su vida?

Particularmente, Marinette sabía lo fragmentada que estaba su relación con Adrien, el chico que recordaba como nuevo en la escuela antes de poner un pie en ese horrendo lugar. ¿Cómo esto afectaría en ello? ¿Cómo esto afectaría a Adrien?