Capítulo XV

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Chanchan chaaaaaaan

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Chanchan chaaaaaaan.

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Thomas Shelby.

Era irónico en realidad, la misma tarde en que me daba cuenta de lo loco que estaba por ella terminaba enterándome de que en realidad no era nada más que el follón recurrente.

No podía negarlo, me ponía furioso.

Alfie ni siquiera sospechaba de ella, ni por un maldito segundo, continuaba su vida como si nada pasara, era una maldita, una doble cara, era una maldita gangster con todas sus putas letras.

Aspiré el cigarrillo dejando el dinero sobre la mesa mientras la morena se vestía apresuradamente, me recosté en la cama aspirando el cigarrillo la puerta se cerró, no era capaz de dejar de pensar en ella, no era capaz de dejar a Amaranta, me había hechizado, había tratado de terminar conmigo en bastantes ocasiones, quizás simplemente debía dejarla.

¿Quería que la dejara? Sentía cosas que iban más allá por mí, lo sabía, no podía ser el único que estaba volviéndose loco, estaba desesperado pero mantenía el semblante frío. Me vestí rápido, esto acabaría hoy.

Amaranta.

Jalé las riendas del caballo distinguiendo la silueta de pie a unos cuantos metros de las caballerizas, era demasiado temprano para que alguno de los trabajadores estuviera afuera, no era tan ancha como para ser Alfie, apreté los labios sabiendo a qué me enfrentaba tomé el rifle desde el costado del caballo cargándolo mientras la bestia continuaba trotando, dejé el arma descansando en mi regazo.

‍– ¿Estás loco? – Cuestioné deslizándome por la montura para observarlo acercarse a mi – Si alguien nos ve van a matarte.

– ¿Por qué no mencionaste nada? – Preguntó Shelby agarrando las riendas del caballo para que no se alejara – ¿Por qué? – Me encogí de hombros sin darle respuesta.

– ¿Qué quieres que diga?

– Si te acuestas conmigo al menos ten la cortesía de decirme que tú y tu esposo quieren adoptar un niño de mi fundación...

– No quiero hacerlo Thomas – Respondí apretando los dientes – no quiero hacerlo.

– ¿Se lo concedes porque muere?

– Se lo concedo porque soy incapaz de gestar un crío – Interrumpí sintiendo como el enojo hervía en mi estómago, guardó silencio observándome – lo que pase en mi maldito matrimonio no es asunto tuyo.

– Tienes razón – Exclamó soltando las riendas mientras asentía frenético – tienes toda la maldita razón ¿Por qué podría importarme los asuntos de una mujer como tú? – Escupió viéndome directamente a los ojos, empuñé mi mano clavándole el golpe seco en la comisura de la boca, retrocedió cubriéndose el corte hecho con el anillo que ahora sangraba manchando su camisa de sangre.

So f*cking close [{COMPLETA}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora