Girl Crush (Harco/Drarry Fanfic)

Lo que dice el capítulo de arriba pero parte 2

Harry estaba ebrio.

¿Cómo había llegado a ese punto? Que le preguntaran mañana, en aquel momento estaba demasiado concentrado en adorar la forma en la que Draco conseguía sonreír de manera adorable y sensual al mismo tiempo (porque si alguien podría juntar ambos adjetivos en la misma acción sería Draco) como para pensar en cualquier otra cosa.

Harry enredó sus dedos lo más delicadamente que le fue posible en una hebra rubia que caía sobre el rostro de Malfoy y la atoró detrás de su oreja.

¿Cómo es que Draco podía ser tan precioso y no morir por ello?

El rubio parpadeó con lentitud, casi como el toque de Harry le adormeciera, batiendo así sus rubias y largas pestañas.

¿Las personas podrían morir de lo perfectas que son?

Harry piensa que Draco podría y una repentina preocupación lo embarga, ¿qué haría él si Draco muriese?

Harry piensa que si Draco muriera él también lo haría y una vaga referencia a algún cuento muggle del cual Hermione le había hablado hace mucho se le cruza por la cabeza, pero decide ignorarla (está borracho, después de todo. Probablemente sólo está delirando).

"Siempre he tenido un fetiche con tu cabello" susurró en el oído del rubio, quien rió de una manera tan adorable que Harry se sintió derretirse y volteó el rostro para clavar sus grises ojos en los suyos.

"No sabía que te fueran los rubios, Potter" se burló en un quedo susurro, enredando sus brazos por sobre el ancho cuello del auror.

"Y si son cabrones insufribles de bonitos ojos grises y un trasero de ensueño, aún mejor" ronroneó Harry mientras atenazaba la cintura del rubio con sus brazos, atrapándolo en un abrazo cálidamente asfixiante.

Malfoy fingió meditarlo por unos segundos antes de acercar más su rostro al de Harry y comentar aireada y sensualmente.

"Me parece que conozco a un chico así, Auror Potter, ¿querrías que te pusiera en contacto con él?"

"Oh, eso estaría más que bien, Corresponsal Malfoy" gruñó antes de lentamente hundir la cabeza en aquel sagrado pedazo de piel entre el cuello y el hombro de Malfoy, quien gustoso le hizo un espacio estirándose a un lado y entreteniéndose dibujando ensimismados círculos sobre el brazo que Harry tenía al rededor de él.

Respiró sobre la apetitosa piel de marfil, acariciándola amorosamente con la nariz, aspirando su intoxicante aroma.

Aspiró hondo, tratando de llevarse consigo a tanto Draco como le fuera posible. Porque ahí donde estaba, envuelto alrededor del frágil cuerpo del hombre del que había estado enamorado por tantotanto tiempo, Harry se sentía en casa mucho más de lo que nunca en su vida se había sentido.

Porque la piel de Draco olía a sol. A esos rayos cegadores que en los días de verano bañaban su rostro, mismos que él aceptada gustoso, dejándose invadir por el avasallante sentimiento de paz que estos consigo traían.

Porque, para Harry, Draco era su hogar, su ancla, su sol.

Y en un pequeño momento de revelación se preguntó: ¿A qué hora Draco se había vuelto el centro de su universo (o sistema solar, si de soles hablamos)?

Rió quedamente contra el cuello del rubio mientras subía una mano para acunar su rostro, acariciando el lóbulo de su oreja mientras se acercaba tortuosamente lento hasta la garganta de Draco.

Y entonces, cuando Harry posó sus labios sobre el precioso cuello de Malfoy, barriendo su piel de luna con una devoción casi ausente, sintió que desfallecía.