Draco no iba a fingir inocencia, sabía perfectamente lo que había hecho.Harry Potter era una de las figuras masculinas más celebradas en la comunidad mágica. Era su niño preferido, su salvador, un magnífico auror, carismático, modesto, valiente, y como la cereza del pastel, era condenadamente atractivo. ¿Y cómo no? El estandarte a la heterosexualidad.
Cuán cruel era su suerte que Draco había desarrollado cierta obsesión por el salvador del mundo mágico. ¿Pero realmente quién podría culparlo?
Y cuando El Profeta le mandaba redactar reportajes que tenían como único propósito alimentar el aura de rompecorazones que Potter se había construído, Draco no podía sentirse más desdichado. Porque cada letra y cada frase eran un firme recordatorio de que Harry Potter jamás podría fijarse en Draco Malfoy.
O al menos eso habían sido hasta hace unos meses, cuando Draco empezó a reparar en un fijo patrón en las conquistas de Potter, haciendo que se preguntara, ¿realmente eran conquistas?.
La historia siempre era la misma: Potter era descubierto coqueteando con una chica públicamente reconocida por su belleza, alguien aclamaba haber visto como la parejita se retiraba, tal vez alguna fotografía incriminatoria, alguno que otro comentario y Potter y la chica no volvían a cruzar palabra. En ocasiones habían excepciones a esta fórmula, pero la mayor parte del tiempo era siempre lo mismo (Draco había pasado noches en vela pensando en aquellos artículos, sabía de lo que estaba hablando). Y entonces Draco se comenzó a preguntar en el porqué, ¿qué tenía el moreno que esconder? ¿Acaso no era lo que todos creían que era?
Y aunque quiso evitarlo le fue imposible impedir que sus esperanzas crecieran. Porque Harry Potter tenía un secreto, un secreto que le obligaba a inventarse múltiples ligues con numerosas chicas, y Draco bien sabía que, al vivir en una sociedad con costumbres retrógradas y anticuadas, su secreto fácilmente podría ser que, a fin de cuentas, de heterosexual tenía poco.
Y en serio en serio Draco lo intentó, lo intentó con todas sus fuerzas, tratando de no pensar en las muchas puertas que, si aquello fuera cierto, le serían abiertas.
Porque después de su descubrimiento el rubio se había estado fijando aun más en lo que hacía el moreno. Y de repente las expresiones de Harry cuando una chica, por hermosa que fuera, le coqueteara descaradamente, se contraían en un casi imperceptible rictus de rechazo; expresión muy diferente a la que se componía en su rostro cuando disimuladamente le echaba ojeadas al culo de Draco cuando este se lo topaba accidentalmente en los elevadores.
¿Qué podría decir? Llamar la atención era un vicio suyo. Y más cuando se trataba de Potter.
Además...era casi un pecado negarle al mundo verlo en pantalones ajustados cuando la vida lo había bendecido con semejante retaguardia.
No obstante, no nos desviemos del tema. Pues Draco comenzaba a sospechar, poco a poco su esperanza creciendo, en que tal vez (y sólo tal vez) Harry Potter podría formar parte del amargado grupo de homosexuales reprimidos que son obligados a fingir una supuesta heterosexualidad frente al mundo mágico.
Y, para Draco, que Potter no se compartiera al mundo le parecía una verdadera desgracia; porque el rubio nunca había estado tan cerca de tener una oportunidad, y ahora que la tenía más le valía aprovecharla.
O al menos eso había pensado una semana atrás, cuando se había sentado en su escritorio, cruzando las piernas sobre su escritorio mientras inconscientemente mordisqueaba sus labios, pensando. Y entonces sus ojos se habían iluminado, una sonrisa ladina surcando su rostro. Había ladeado la cabeza y chasqueado la lengua, llamando a la escurridiza vuelapluma, legado de Skeeter.
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Girl Crush (Harco/Drarry Fanfic)
FanfikceDraco siempre había pensado que la manera más efectiva para llamar la atención de Harry Potter era provocándole. Hasta la fecha sostenía su teoría.