Capítulo seis: Modo evasión

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Algunas personas podrían decir que soy una nerd, pero eso no es del todo cierto. Sucede que me gusta prestar atención a las clases y por alguna razón eso es todo lo que mi cerebro necesita para procesar la información. No soy del tipo estudiosa, no me paso toda la madrugada estudiando para un examen o haciendo trabajos. Pero sorprendetemente, siempre saco buenas calificaciones, lo que hace que muchos lleguen a esa conclusión.

Una de mis clases favoritas es literatura, no porque sea una ardua lectora y me la pase todo el tiempo leyendo, sino porque ahí puedo aprender de cosas que de otra forma no me enteraría. Como el hecho de que en Afganistán se sigue prohibiendo a las mujeres acudir a centros de estudio (aunque este es un hecho más cultural).

En esta clase me la paso metida en este pequeño mundo que el maestro nos crea y me olvido de todo lo demás. Por ejemplo, han pasado casi tres semanas desde que comenzaron las clases, y es la primera vez que noto que Tobby Tucker está en mi salón.

¿Podría ser más distraída?

Y no lo noté porque lo vi sentarse o cruzamos miradas, no, lo hice porque está sentado a mi lado y nadie nunca se sienta a mi lado en ninguna clase. Soy como una repelente de personas a la que no le podría importar menos si la ignoran o no.

Ahora, no sé por qué eligió sentarse a mi lado recién hoy, cuando fue hace dos semanas que hablamos. Lleva sentado a mi lado 15 minutos. ¿Cómo lo sé? Llevo intentando ignorarlo con mi celular desde entonces.

Y no, no lo ignoro porque me creo superior o porque soy una asocial. Lo hago porque no sé con qué empezar la conversación. Después de todo, es él quien eligió ese lugar, ¿no debería ser él también quien tome la iniciativa?

Además, ¿qué podría decir?

Hey, ¿te acuerdas de mi? Soy la chica rara de detención que te descubrió cantando esa canción.

O sea, sí, podría decir eso. Pero, ¿después de eso qué? El solo pensar en los posibles temas de conversación hace que me ponga ansiosa y no necesito eso hoy.

Otros 5 minutos pasan y él no dice nada, estoy empezando a creer que quizás no me recuerda y se sentó aquí por error.

- Hola -dice él de pronto, haciéndome saltar.

Ante esto, no puedo evitar reirme.

Él me mira algo avergonzado. No, muy avergonzado.

- Ahm... ¿dije algo gracioso? -me dice muy sonrojado

- Pues si -respondo- ¿En serio? ¿Nos mantuviste en un silencio incómodo por 20 minutos para que eso sea lo que digas al final?

- Ah, -empieza a reír él- si, sobre eso...

- ¿Si...?

- Esperaba que no me hayas notado y por eso no me habías saludado -dice él despeinándose un poco.

- ¡Ja! ¿Y por qué no me saludaste tú primero?

- ¿Y por qué tú no? -me bromea él.

- Tú te sentaste después.

- Es cierto -sonríe- Bueno pues, -dice él mientras se voltea y pone su codo en el respaldar del asiento. Diablos si no pienso que es demasiado lindo- Hola Kate.

¿Ya mencioné que tiene una sonrisa hermosa? ¿Es eso siquiera posible? Leí de eso en los libros, pero nunca pensé vivirlo en carne propia.

Gracias diosito, prometo ser una mujer de bien desde ahora en adelante.

- Hola Tobby -trato de sonreír como él. Probablemente parezca estreñida.

- No sabía que estabas en esta clase, Kate. -dice él ahora más extrañado- Me sorprendió mucho verte aquí, honestamente.

- ¿Ah sí? A mí también me sorprendió verte. Creo que debería haber sido fácil localizar una cabellera afro desde lejos. -esto lo hace sonreír más. Creo que haré parte de mi reto personal hacerlo sonreír cada vez que pueda.

- Y para mí no hubiera sido difícil localizar a una chica tan linda, ¿no crees? -intenta bromear él, pero ambos paramos un rato porque eso fue simplemente tierno e incómodo al mismo tiempo.

Justo en ese momento, gracias a diosito de nuevo, llega el profesor y nos pide a todos guardar silencio para dar un anuncio.

Ambos giramos para verlo y ese es el final de la plática por el día.

No puedo parar de sonreír de rato en rato al recordar su comentario y cómo se puso nervioso luego.

Tobby Tucker es todo un tímido y parece que me gusta, solo un poco, creo.

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Sé lo que tengo que hacer y eso es precisamente lo que llevo evitando todo el día.

Registrar mis datos es algo que no debería tomarme más de 20 minutos, incluso si cuento el recorrido hasta la oficina misma. Pero creo que ya lo pospuse mucho el día de hoy, así que... es ahora o nunca.

Lo más gracioso es que ni siquiera es como si fuera a verlo porque obviamente él no vendría a esta oficina. Simplemente es el hecho de que lo haga oficial, eso quiere decir que sí o sí voy a tener que verlo más seguido. Ese no era el plan, al menos no el mío. Maldita sea chicas, por qué me hacen esto.

Una vez que lleno todos los papeles correspondientes, es más que oficial que soy parte del diario escolar y sé cual es mi primer trabajo, pero creo que ya avancé mucho por hoy, así que ya mañana será un nuevo día y lo tendré que enfrentar como vaya.

Estoy justo a punto de salir de la escuela cuando veo a lo lejos un grupo de básquetbolistas y automáticamente sé que debo correr, porque me rehúso a cruzarme con el idiota el día de hoy. Sobre todo porque estoy de los nervios de punta desde la última vez que hablamos, o bueno, desde la última vez que yo exploté y él sólo se alejó.

Me giro y miro a todos lados tratando de buscar algún lugar en donde ocultarme hasta que pasen, pero no encuentro nada, así que lo único que alcanzó a hacer es abrir mi mochila y revisar mis cosas como si estuviera súper ocupada. Están apunto de pasar por mi lado y estoy segura que me van a ver, pero sé que ellos me van a ignorar como siempre lo han hecho, lo que me preocupa no son ellos, sino él.

Levanto la vista por sólo un segundo y obvio, claro que sí, chocamos las miradas. Pero algo pasa y no estoy segura de cómo me siento al respecto, pero el desvía la mirada y me ignora.

Parece que después de todo, John Tucker se rindió conmigo. Estoy segura que debería estar feliz por eso, pero al mismo tiempo algo en mi pecho se siente raro.

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Es viernes por la noche y el día de hoy hay un partido de básquetbol, han pasado dos días desde que me crucé con John y no, no he intentado seguirlo, exactamente como el plan indicaba, pero es que de verdad se me hace muy difícil.

No soy lo suficientemente valiente como para enfrentar a alguien que me ha gozado en mis peores momentos, sobre todo alguien a quien he rechazado explícitamente. Y eso que nisiquiera intentó algo como tal. Entonces creo que tengo la excusa perfecta para quedarme en casa el día de hoy. Lori, o sea mi ejemplar madre, tiene una cita con un chico más, ya ni siquiera me molesto en recordar su nombre porque sé que eventualmente se irá.

Estoy sola en casa y pues la mejor solución para ese tipo de situaciones es ver películas y comer hasta explotar. Pero no sé qué tengo el día de hoy que simplemente no estoy de humor.

Justo en ese momento, me llega un mensaje por Instagram. Mi corazón da un vuelco gigante y sé que debería calmarme pero es que de verdad, de todas las cosas que pudieron pasar hoy, esta es la que menos esperaba.

Es un mensaje de John.

Todas contra élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora