La esperanza es lo último que se pierde.

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     Había pasado semanas desde que Sam y yo visitamos San Francisco. De vez en cuando nos reuníamos con mis amigos o sus amigos a tomar unos tragos, salíamos a comer, íbamos al cine, todo era diferente, queríamos que nuestra relación no se hiciera monótona. Cuando llegue de clases me puse a ordenar la casa mientras que mi padre no estaba, comencé por lo más desordenado y si, era mi cuarto. Mientras doblaba la ropa pude notar que mis movimientos con las manos no podía controlarlos, sentía que no podía moverlas, duro solo unos segundos pero me pareció muy extraño. Hace un par de días que no me siento bien, se me nubla la vista y a veces siento que voy a desmayarme pero no lo hago, no sé qué me pasa pero no quiero alarmar a nadie.

     Pasaron los días y no mejoraba, los dolores de cabeza eran más fuertes e incluso olvidaba algunas cosas, como mis tareas, mis quehaceres, números y avenidas. Me reuní con Sam en un restaurant donde podías comprar una hamburguesa y colocarle lo que quisieras, era divertido. ¿Estás bien? –Me pregunta Sam. Claro, solo me duele un poco la cabeza. –Le respondo. Yei, estas temblando, me preocupas. –Replico Sam al ver que no dejaba de mover la mano. No te preocupes. –Le conteste. Sam al darse vuelta vio como lentamente me desplomaba y como mi cuerpo chocaba agresivamente contra el suelo, lo único que pude ver fue un rayo de luz que me atravesaba.

     Estaba despertando, escuchaba una voz gruesa que me hablaba pero no sabía de quien era. "¿Yei? ¿Me escuchas? Puedes despertar, estas en buenas manos. ¿Yei? Soy yo, Sam, estas en la clínica, te desmayaste en el restaurant". Esa voz si la reconocía, por supuesto que era la de Sam. En estos momentos te harán unos exámenes, ¿Te sientes bien? –Me pregunto Sam. Sí, creo ¿Le avisaste a mi padre? –Le dije a Sam. Claro, viene en camino. Sabía que tenías algo, tu cara, tus manos, olvidabas cosas. Tengo miedo de que te pueda pasar algo Yei, ¿Por qué no me contaste que te sentías mal? –Me pregunto Sam, tomándome la mano. El doctor al ver esta escena se sorprendió, pensó que Sam era mi hermano. Bien, los dejare solos contesto el Doctor. No quería preocuparte, pensé que esto era algo pasajero, ya sabes por el estrés y esas cosas. –Le conteste pero Sam no estaba convencido. ¡Yei por dios!  Para eso estoy ¿No confías en mí? –Me reclamo Sam. Está bien Sam, si confío en ti, la próxima vez que me suceda algo te lo contare ¿Vale? –Le respondí achicopalado. Vale –Me respondió Sam con un beso.

Mi padre había llegado, estaba muy preocupado, ya que yo no sabía muy bien lo que estaba pasando Sam le explicó todo. ¿Todo bien? –Me pregunto mi padre. Si, bueno con un poco de fatiga pero digamos que bien. –Le respondí y en seguida llego el Doctor. Bien, tendremos que hacerte una tomografía cerebral, los síntomas que presentaste pueden inducir a muchas cosas pero tendremos que descartar otras. Los dolores de cabeza constantes, el desmayo, la presencia de temblores en las extremidades, son síntomas graves en un adolescente como tú. Todos me miraron con cara de preocupación pero sin duda el más preocupado era yo. ¿Tomografía cerebral? Supongo que verán si hay algo en mi cabeza. Pase toda la tarde en la clínica esperando algunos resultados, veía gente un poco enferma, llegaban a la emergencia suplicando ayuda u otros simplemente llegaban solo para calmar algún dolor crónico. ¿Estás bien? –Me pregunto Sam. No lo sé, estoy algo nervioso ¿Y si sale algo malo? –Le respondí tomando su mano fuertemente. No te preocupes, todo saldrá perfectamente. –Me dijo Sam. Tomo mi mano y enseguida me acurruque en ella. No había notado que tenías manos grandes. –Me dijo Sam. Incluso son más grandes que las mías. –Soltó una carcajada. ¡Para! Solo tengo dedos largos. –Le dije y en eso llego el Doctor. Tenemos que hablar. –Dijo el Doctor muy serio. Sam tomó mi mano muy fuerte, juntos nos levantamos y seguimos al Doctor a su oficina. Sam, mi padre y yo pasamos a la sala donde estaba el Doctor y nos sentamos, todo estaba en silencio mientras esperábamos el diagnostico. Yei, me temo que tienes un tumor cerebral. –Dijo el Doctor. ¿¡Qué tengo QUÉ!? –Respondí alterado. ¡Yei espera! No te alteres, deja terminar hablar al Doctor. –Me calmo Sam. ¿Cómo es posible doctor? –Le pregunto mi padre. Un tumor es un agrandamiento anormal de una parte del cuerpo que aparece, por tanto, hinchada o distendida, pero como esta en tu cerebro está ejerciendo una presión, de ahí los desmayos. Yo no podía creerlo, mi mano dejo de apretar la de Sam, mi vista estaba fija hacia un punto desconocido. ¿¡Qué pasara con mi hijo Doctor!? –Pregunto mi padre desesperado. Bien, tendremos que extirparlo. ¿Será complicado? –Dijo Sam. Toda operación tiene su riesgo, no sabemos lo que pueda pasar pero si logramos extirparlo no habrá secuelas y no volverá a crecer. –Dijo el Doctor. Yo aún estaba atónito.

Incondicional... (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora