Juntos hasta el final.

67 5 3
                                    

Juntos hasta el final.

     Ya habían pasado dos semanas desde mi operación, ya estaba recuperado pero el Doctor me había mandado mucho reposo así que no podía hacer gran cosa. Sam y mis amigos venían de vez en cuando a casa para visitarme y compartir.

     ¿Cómo sigues? –Me preguntó Sam. Mucho mejor, ya quiero volver a mi rutina, es fastidiosa pero necesaria. –Le respondí sonriendo. Sam se acostó a mi lado, coloco su cabeza en mi pecho y su pierna encima de las mías, su enorme brazo recorría todo mi cuerpo. ¿Sabes que eres más grande que yo y que pesas verdad? –Le comente riéndome y colocando mi brazo en su espalda. Sam mostro sus dientes, subió su cara y me dio un beso en el cachete, no decía ni una palabra. ¿Pasa algo? –Le hable algo preocupado. Yei… Quiero que conozcas a mi familia. Me sobresalte un poco, solo había visto la familia de Sam por fotos y me ponía algo nervioso. ¿En-enserio? –Respondí. Sam saltó de la cama. ¡CLARO!, vamos este fin, ya la otra semana debes comenzar clases y tu “rutina fastidiosa y necesaria” además que te estarán en la casa de campo que tenemos. ¿Casa de campo? ¿En dónde? –Respondí con mi cara arrugada. Bueno, no es una casa de campo pero está en el interior del país, ha estado en mi familia por muchísimo tiempo y quiero llevarte. –Respondió Sam muy, alegre. Bueno… -Le respondí. No te ves tan animado ¿No quieres ir? –Resalto Sam. N-no es que no quiera ir, pero conocer a tu familia, es algo muy, muy grande y me da mucha pena –Le comente. ¿Pena de qué? Es lo mejor, además eres mi vida, eres parte de mi debes conocer a mi familia, ¿O si no cuándo? ¡Es el momento perfecto! –Me respondió Sam. ¡Está bien! –Le respondí acercándome a sus labios.

     Pasar la noche con Sam significa mucho. Significa que estaré protegido, que no me hará falta buscar una cobija para sentir calor, significa que dormiré como un niño. Eran alrededor de las 2 de la madrugada, el televisor estaba encendido pero Sam y yo jugábamos con nuestros dedos, solo se podía escuchar la brisa que entraba por la ventana y movía las cortinas. ¿Por qué estás aquí conmigo? –Le pregunte a Sam. Porque eres mío y hay un millón de razones para estarlo. –Respondió ocultando su rostro en mi cuello. Yo simplemente sonreí, le di la espalda y su enorme brazo rodeaba mi abdomen. Apague el televisor y Sam se apegó a mí. Buenas noches Yei. –Dijo Sam dándome un beso en el brazo. Me ruborice totalmente. Buenas noches Sam –Le respondí.

     Me desperté y Sam no estaba a mi lado. Corrí al baño y limpie la baba que corría por mi cachete, menos mal y Sam no estaba, aunque no me importaba si me hubiese visto. Me duche y lave mis dientes, estaba muriendo de hambre, me coloque un short y una camisa vieja, baje corriendo las escaleras y para mi sorpresa Sam estaba con mi papá cocinando. ¡Buenos días! –Grite sentándome en la mesa. ¡Eyyy dormilón! Estaba a punto de ir a despertarte. –Me dijo Sam sonriendo mientras sirvió el último plato con desayuno. Mi padre mientras tanto me hacía un café con leche, como me encantan. Dios te bendiga hijo. Dijo acariciándome el cabello. Parecíamos una familia demasiado feliz, espera… Lo somos.

     Nos sentamos a desayunar, mi padre con la panqueca apenas empezando se tuvo que marchar por el trabajo. ¡Adiós chicos, nos vemos en la noche! –Grito mi padre desde el auto. Sam y yo nos reímos. ¿Le dijiste? –Le comente a Sam embuchándome de café con leche. Mmmm, sí. –Dijo Sam con la panqueca en la boca. ¿¡Y que dijo!? –Pregunte algo exagerado. ¡Pues le pareció excelente! –Me dijo, algo exagerado también. Terminamos de comer y Sam se sentó en la Mesa. La mesa no es para sentarse –Le dije con voz seria. ¿Si? Pues, ven y bájame. –Aclamo Sam con su sonrisa hermosa. Sabía que no podía hacerlo por eso me lo decía, es como que una hormiga trate de mover una manzana sola, claramente no podía. ¡Eres un idiota Sam! –Le grite. Lo sé, así me quieres ¿No? –Contesto. ¡Obvio! –Le grite dándole un beso.

     Era un día feriado, no había escuela, no había trabajo. Sam y yo veíamos una película, yo descansaba en su pecho, escuchaba sus palpitaciones y su respiración profunda. Todas las luces estaban apagadas, solo se escuchaba la radio, no estábamos dormidos pero nuestros  ojos estaban cerrados imaginando millones de cosas.

Incondicional... (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora