Último año en Hogwarts. Remus Lupin tiene recurrentes pesadillas en las que aparece alguien a quien no puede reconocer, James Potter cuenta con una última oportunidad para salir con Lily Evans, Peter y Sirius, junto con nuevos personajes, los acompa...
Era imposible. James se agarraba de los pelos en pleno ataque de frustración. Remus estaba convencido de que lo podría arreglar pero cada vez lo veía menos probable.
-Lily, ¿tienes un momento?
- Evans, Potter. Y no, ahora no puedo.
-¿Vamos para la reunión? Son las seis y media...
- Ve tirando tú, acabo esta redacción y voy – le cortó ella sin despegar su vista del pergamino.
- Evans, por favor... - rogó rebajándose a llamarla por su apellido. Lily seguía leyendo - ¿Puedes dejar de leer y prestarme atención de una maldita vez? - alzó la voz produciéndose un silencio sepulcral. Lily lo taladraba con la mirada, James también lo hacía lleno de rabia – GRACIAS – añadió con sarcasmo. No dejaban de mirarse instaurando así una batalla para ver quién bajaba antes la mirada.
- Ya has conseguido lo que querías, he dejado de leer. ¿Contento? - James no medió palabra alguna – Pues si no te importa, ya que he saciado el capricho del niño de mamá me voy a buscar un sitio más tranquilo. Aquí no hay quien se concentre – y dejando al joven en su sitio recogió las cosas y se fue hacia su habitación.
Toda la Sala Común miraba a los dos de manera intermitente y con la boca abierta. ¿La que acababa de hablar así era realmente la'Prefecta-Perfecta', la amable y siempre servicial de Evans? Costaba creerlo. Mary MacDonald se debatía entre ir con su amiga o dejar que se la llevaran los demonios antes de intentar hablar con ella.
James sintió cómo alguien lo intentaba reconfortar. Miró la mano que descansaba en su hombro. Quiso sonreír pero tan sólo le salió una mueca desagradable.
- Evans es un incordio pero a ti te gusta así. A un Merodeador no se le escapa ningún reto aunque, si te cansas de este, te puedo presentar a otras chicas. Ya sabes que Sirius Black tiene el don de congraciarse con lo mejor – James no lo veía pero pudo intuir la sonrisa arrogante y el guiño de ojo que de seguro hizo durante su discurso. Rió breve.
- Gracias, hermano.
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- Tenemos que hacer algo para que se... – susurró una vocecita.