Un Encuentro Incómodo.

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Dib estaba repitiendo la misma rutina que llevaba haciendo los últimos diez años, se despierta a las seis de la mañana, se prepara un espresso lo más cargado posible para poder comenzar su día, se alista con una desaliñada camisa blanca que con el tiempo a tomada una tonalidad amarilenta, acompañada de una corbata azul y unos pantalón negros, su gabardina y polera azul eléctrico lo habían abandonado hace mucho de su vestuario habitual pero a un las conservaba en lo más profundo de su armario.

Estaba absorto en sus pensamientos mientras bebía su espresso cuando llegó a la cocina su casi ex-esposa.

—Buenos días... –dijo ella sin mucho animo ni dirigiendo su mirada a su casi ex-esposo.

Él se limitó a solo mirarla caminar por la cocina, hace meses que ya no dormían juntos, solo se encontraban debes en cuando en la cocina o cuando llegaban a casa, pero ya no se hablaban ni miraban, ninguno de los dos intentaba mejorar la situación, ambos sabían que estaban en un punto muerto donde no había retorno alguno, se hubieran divorciado hace mucho tiempo si no fuera por las dificultades económicas por las que habían pasado, pero eso ya era cosa del pasado, estaban mejor económicamente hablando por lo que podrían tomarse el lujo de divorciarse pronto.

Mientras Dib volvía a estar absorto en sus pensamientos entraba su hijo a escena, llevaba puesto su pijama aún.

—Hola mamá, hola papá. – Dijo mientras entraba a la cocina y se sentaba en una de las tres sillas que estaba junto a la mesa mirando su celular esperando que su madre o alguien preparará su desayuno.

—Hola querido. –Dijo con cierto tono dulce en su voz su madre, dejando frente a él un tazón de cereal con leche y frutas de acompañamiento.

El pre-adolescente comió sin muchas ganas, prefería alimentos mas calóricos como son los waffles o huevos revuelto con tocino.

Dib solo miraba la escena sintiéndose de alguna manera tan ajena a ella, como un simple espectador que no tenía ninguna relación con la vida de los protagonistas de la historia, sacudiendo su cabeza, gran cabeza para ser exactos, intentó sacar esos pensamientos de su cerebro.

—Hola campeón!–se acercó a la mesa donde se encontraba el más joven, posando su mano sobre la cabeza del menor para sacudir su cabello–¿Quieres que papá te lleve a la eskuela?–dijo con un semblante más alegre para verse mucho más amistoso frente a su hijo.

—no, paso de eso, ya es vergonzoso que mi padre de clases en mi eskuela como para que me lleves y todos se enteren de que eres mi padre...–dijo el menor intentando sonar lo menos hiriente posible, no es que lo avergonzara totalmente pero ya era casi un adolescente y no un niño para que llegara con su padre a todos lados.

Dib alejo su mano, comprendió el claro rechazo de su hijo hacia el, no lo culpaba, sabía que estaba entrando en una edad complicada y confusa, entendía tan bien si es que de adulto llegara a odiarlo, no era un padre ejemplar pero tan poco era un mal progenitor, era sólo un mal esposo, su hijo había sido testigo de las interminables peleas con esposa cosa que no le sorprendía que sintiera rechazo hacia el.

—Bueno, entonces creo que me iré, los veo luego!..– tomando su maletín marrón y su abrigo color negro, se marchó moviendo su mano en formar de despedida forzando en su rostro una sonrisa que iba dirigida directamente a su hijo, ninguno de los dos presentes se despidió de él, Dib salió por la puerta para luego dirigirse a su auto. Su auto era de un color azul oscuro bastante pequeño pero no podía tener algo mejor con su salario de profesor de primaria, entró en el auto pero no lo encendió, se quedó apoyado en el manubrio meditando y preparándose para su día. Encendió el auto y arrancó hacia la eskuela, no quedaba realmente lejos pero prefería llegar en auto que caminando.

teacher's pet - Invasor Zim. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora