FRÁGILES

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Prólogo


Pov. Narrador

En ese momento con la cantidad de nieve que se lograba acumular en todos lados, se les hacía imposible escapar. A lo lejos se veían dos figuras correr con cansancio y dolor, parecían que sus piernas se iban a romper con cada paso que daban. la noche no les permitía visualizar si el camino que tomaron era el correcto, aunque en este punto ningún camino era seguro para ellos.

- ¡Vamos! ... ya c-casi estamos cerca... - una voz masculina se hizo presente, se notaba cansado y asustado a la vez, sentía que sus piernas, aunque dolidas se movían por inercia a causa de la adrenalina.

Los fugitivos mantuvieron en todo momento una velocidad constante, Su compañera, aunque seguía corriendo se mantenía a unos 10 pasos detrás de él, ya que no era tan rápida como su compañero, tanto así que su cuerpo empezó a tambalearse cayendo inevitablemente en la nieve y captando la atención de su compañero que no dudó en detenerse y ayudarle a levantarse.

En el momento en que intentó levantarla un disparo rozó su costado mientras que los demás proyectiles simplemente desaparecieron en el suelo alertándolos de que aún no se encontraban a salvo.

Su compañera se reincorporó a continuar escapando mientras rogaban que ninguno de los disparos diera en el blanco, mientras continuaban la persecución el camino empezó a llenarse de rocas, viejos troncos y arboles espesos llenos de nieve, dando a entender de que habían pasado de largo la civilización para llegar al bosque. Los fugitivos aprovecharon el entorno para intentar perder de vista a sus perseguidores, cada segundo que pasaba era eterno y cada arma accionada resonaba en el aire haciendo que se asustaran cada vez más las víctimas.

En el momento se sintió que el terreno iba cambiando, ya dejaba de ser recto y lleno de árboles a ser una persecución cuesta abajo, tenían que tener cuidado, porque un mal movimiento y caerían sin control por toda la ladera con el riesgo que uno de ellos fuera capturado. Lamentablemente esa era la menor de las preocupaciones, sin poder evitarlo, uno de los proyectiles impacto en la espalda del chico haciendo que cayera inmediatamente al suelo rodando varios metros por toda la colina sin poder detenerse, su compañera sin dudarlo ni un segundo tomó carrera con lo último que le quedaba de fuerzas para poder alcanzar a su amigo, de manera que ella también decidió dejarse caer para así llegar más rápido y ayudarlo.

En el momento la chica no pudo controlar la velocidad de la caída perdiendo momentáneamente la dirección de su cuerpo, unos metros más abajo ella sintiendo un impacto en la cabeza que la dejo solo unos segundos aturdida y deteniendo completamente su andar, al recuperar un poco la visión se percató del objeto que detuvo su caída. Era una barra de seguridad metálica que se extendía por toda la ladera evitando así una caída recta por un precipicio. A unos pocos metros de ella pudo ver un cuerpo cubierto de nieve que carecía de movimiento, no se hizo esperar mucho ya que la chica con pocas fuerzas y un poco desorientada fue rápidamente hacia él, puesto que podía ver con certeza de quera su compañero.

Al llegar y retirando la nieve que había encima de él, vio todo con más claridad, su amigo estaba inconsciente pero vivo, se notaba la cantidad de sangre que manchaba la zona por causa del impacto. También posiciono la mirada en su cabeza, se notaba algo de sangre saliendo de ella, posiblemente por algún golpe causado al rodar. Sin pensarlo acerco su oído al peque de su compañero para cerciorarse de algo... respiraba con gran dificultad.

- ¡Levántate! ¡Por favor! L-levántate... no me hagas esto... no ahora... a-abre los ojos... por favor... no - su compañera lloraba por la frustración que sentía y la culpa la carcomía por dentro, trato de levantarlo, pero era difícil, no tenía más fuerza en las piernas para poder cargarlo, y si pudiera no tendrían donde escapar ya que era el final del camino, no tenían forma de huir.

- ¡Por aquí! No deben de estar lejos – se escucharon algunas voces a lo lejos junto con algunas luces que se movían en el horizonte buscándolos.

- ¡No, no, no, Maldita sea! – La chica intentaba buscar algo con que defenderse, pero le era imposible.

Sabía que no tenía energías, sabía que no tenía forma o camino para huir, sabía que tenía a su amigo inconsciente y solo era cuestión de tiempo para que la herida lo matara, ¿qué podía hacer? Al saber lo que se acercaba solo miró a su compañero aun respirando con dificultad, abrazo su cuerpo lo más que pido y entre susurros frustrados solo dijo sus últimas palabras.

- E-eres un maldito suertudo... Siento envida... porque de los dos seré la única que sentirá esto...-

Con las lágrimas congeladas y su cuerpo templando por la hipotermia sacó del bolsillo de su chaqueta un objeto que, sin pensar, lanzó con lo poco que le quedaba de fuerza en un grito ahogado.

- ¡GRANADA! –

Se escuchó el grito de un hombre seguido de una explosión que causó un gran estruendo por toda la montaña. La tierra empezaba a temblar y los perseguidores gritaban retirada, los sonidos en cascada provenientes de una avalancha hicieron que las luces de las linternas desaparecieran poco a poco. Sabiendo lo que se aproximaba, la chica seguía aferrada a su amigo sin dejar de verlo, sabía que en este momento si el estuviera consiente sería un problema, le regañaría, diría que fue imprudente de su parte, de pronto se le ocurriría un mejor plan ... tal vez en estos momentos si la bala no hubiera impactado en él tal vez y solo tal vez su escapatoria hubiera sido un éxito. De todos modos, ella sabía una cosa segura que no le hacía arrepentirse de lo que hizo.

Ella Sabía que él no quería ser atrapado... no otra vez.

Solo asomó por un segundo la vista el frente donde vio una gran ola de nieve pesaba que se aproximaba hacia ellos.

- ¿... por qué ... ...? – fue lo último que susurró antes del impacto.

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Solo hubo silencio.

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Sus ojos se abrieron de par en par apenas sintió el golpe en su pecho, su cuerpo apenas se movía y se encontraba algo desorientada, la chica miró de reojo un pequeña mesa de noche al lado de su cama y solo podía ver que el reloj macaba la cuatro de la mañana, se recostó en su cama para poder tranquilizarse y pensar con claridad, después de unos minutos ya le era imposible conciliar el sueño nuevamente.

- Ah ... que mala manera de empezar el fin de semana...- se quejó con el ceño molesto y colocando sus manos en su cara para quitarse la frustración – bueno... parece que no dormiré; será mejor que aproveche el poco tiempo tengo.

Fragmentos perdidosWhere stories live. Discover now