Sala de emergencias

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Para las personas puede ser raro despertar en su auto o en el hospital pero no para mí

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Para las personas puede ser raro despertar en su auto o en el hospital pero no para mí.

Si no era por un sangrado, un hueso roto o fiebre era una infinidad de problemas que me podían llevar ahí.

Desperté recostado en el asiento trasero del auto, mi cuerpo estaba adolorido y estaba bastante aturdido.

—Papá —lo llame.

—Tranquilo Sammy ya casi llegamos —me dijo para calmarme.

No dije mucho pues me sentía bastante cansado.

Ni siquiera me di cuenta cuando llegamos, lo último que recuerdo es que mi padre me cargó hasta la entrada del hospital.

Desperté por eso de las cuatro de la mañana, no estaba seguro porque estaba ahí pero no tenía miedo.

—Papá —lo llame, sabía que él estaba ahí.

—Estoy aquí Sammy —me dijo.

—¿Qué pasó? —pregunté confundido.

—Tuviste fiebre —contestó.

—Por una fiebre llegue aquí —dije incrédulo.

—Te convulsionaste campeón, está bien fue una pequeña pero con la fiebre no quería arriesgarme —explico— ahora descansa si.

Las convulsiones no son propias de mi enfermedad sin embargo había tenido una o dos anteriormente, la fiebre era algo alarmante pues puede aparecer de la nada o puede significar que una bacteria entró por alguno de mis tubos.

Por la mañana me la pase en exámenes médicos como de costumbre, para mi suerte solo había sido una fiebre repentina.

Mi padre había vuelto a casa por algo de ropa mientras Rose hacía de las suyas conmigo.

—Te quedas aquí donde pueda vigilarte —dijo dejándome en la sala de adolescentes.

—Me vigilas mejor en mi habitación, además no es más probable enfermarme en una sala llena enfermos —me quejé.

—No te contagias de cáncer o fibrosis así que te sientas en ese sofá y haces amigos si quieres irte antes de las cinco a tu casa —chantajeo.

—Bien —gruñi.

Me senté en una camilla que estaba pegada a la pared mientras veía la cantidad de chicos enfermos en esa sala.

Muchas cabezas calvas, algunos chicos que probablemente tenían alguna enfermedad crónica y otros cuantos con tanques de oxígeno.

Me quedé ahí sentado mirando todo hasta que un chico rubio se acercó a mi.

—Hey eres el chico E.D no —dijo en forma de saludo.

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