Gotas de Lluvia

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Gotas de lluvia

Abrió sus ojos con pereza, y bostezando se incorporó sobre su cama, los molestos rayos del sol arruinaron su siesta, cómo los odiaba, prefería ver todo lo que la rodeaba gris y nuboso, aún mejor si lloviera, porque no había nada que pudiera alegrarla más que las pequeñas y frías gotas cayendo sobre su ser.

El día comenzaba para Rachel, el mejor día de su vida, después de su cumpleaños, era el salir a vacaciones, oh como quería salir de esa tortuosa aula, donde los profesores le enseñaban tantos términos, tantos conceptos, que a cualquiera le estallarían los sesos, pero ella no era como los demás.

Era la mejor en todo desde que tenía memoria, lo que le agradaba, ya que al ser tan especial muchas personas les querían hacer daño, aún así ella no determinaba a sus enemigos, sabía que dejarse llevar por enojos sería entrar en una batalla interminable de idioteces.

Salió de su trance, en donde pensaba en todo y a la vez en nada, se dio cuenta que llegaría tarde, así que obligó a su adormilada humanidad a entrar al baño, lentamente, como pesadas rocas, las piernas de Rachel la llevaron al baño, se desvistió y comenzó a bañarse con agua caliente.

El calor aliviaba el pequeño dolor de la noche anterior, en la cual había caminado por el parque, hasta altas horas de la noche. Llevaba semanas así, no sabía porque, su cuerpo no quería irse del parque, sentía algo extraño en su ser, como si estuviese esperando a alguien…

Terminó de bañarse, salió de la pequeña ducha de color azul, para entrar en carrera al cuarto, mirar entre su ropero y sacar las prendas necesarias para su gran día, tenía esa sensación de que algo increíble pasaría, y esperaba que fuera así.

No desayunó, no quería comer, porque iba muy tarde, solo tomó una tostada con mermelada que se había preparado su hermano, para que no le diera hambre de camino. Corría tan grácil que parecía flotar en el aire, y su velocidad impresionaba a muchas personas de su barrio.

Llegó apenas al autobús de su instituto, pagó al chofer y buscó alguno de sus amigos, para no tener que encarar alguno de los que buscaban humillarla. Pero por desgracia todos sus amigos, los pocos que tenía, estaban sentados junto a otros estudiantes.

Anduvo por todo el vehículo, buscando un asiento vacío, y encontró uno junto a una chica que parecía tener unos años menos que ella, aún así no la determinó mucho y se dejó caer en el asiento vació, lo que provocó que la chica se llevara un gran susto.

—Mi corazón— dijo la chica de piel rosa y cabellos castaño oscuro —Que susto me diste—

—Oh por favor, no es mi culpa que estés tan concentrada— respondió  Rachel, mientras que sus hermosos ojos color azul miraban de reojo el libro de la chica.

La otra chica, no respondió nada, sólo se quedó callada y volvió a su lectura, al ver esta reacción Rachel se queda extrañada, sabía que tenía un don natural para que la odiaran…

Se quedó mirando el libro, llevándose una gran sorpresa, esa prosa tan magnífica, ese estilo tetrico y atractivo, sólo podía ser el de su autor favorito…

— ¿Te gusta Edgar Allan Poe?— irrumpió la jovencita, al notar que su compañera de asiento se quedó embobada con el libro.

— ¿Qué si me gusta? Gustarme no, me encanta—chilló Rachel con emoción.

Su compañera rio un poco y le contestó que ella tenía una enorme biblioteca, Rachel rió también, ambas comenzaron a conocerse, y pese a la diferencia de edad, la jovencita castaña y ella congeniaron muy bien.

Niebla y  LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora