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Desperté desorientado, con la boca muy seca y con dolor de cuerpo, me sentía exhausto. Busque a tientas mi teléfono, eran las siete treinta de la mañana; Celestino seguía durmiendo como un tronco en su habitación, así que, decidí no molestarlo. Mire a mí alrededor, observando cada detalle del hogar de mi jefe, al parecer le gusta mucho el estilo rustico, a pesar de no tener muchos muebles, se sentía hogareño y quedaba muy bien con su personalidad; la vista del balcón era realmente agradable, se podía ver claramente el despertar de la cuidad y el amanecer. Busque urgentemente el baño para satisfacer mis necesidades biológicas y lavarme la cara. 

Al verme al espejo, divise mis evidentes ojeras, además de mi cabello que estaba muy grasoso y alborotado. Me comenzaba a desesperar ya que no tenía forma de lavarlo o arreglarlo; afortunadamente, encontré una gorra color negro y un pequeño botiquín en el estante que se encontraba debajo del lavabo, sin pensarlo demasiado tome la gorra y dos aspirinas, después regrese el botiquín a su lugar. Faltaban casi dos horas para abrir la cafetería, así que me puse la gorra, baje y lo primero que hice fue un pequeño desayuno para tratar de aliviar la resaca que tendría mi jefe, deje una pequeña bandeja con jugo de naranja, las aspirinas y un poco de fruta picada en su habitación, además de una nota que decía:

"Hoy será un mejor día, estaré abajo atendiendo la cafetería, mientras puede descansar hasta tarde. 

S." 

Me apresure a preparar comidas sencillas por si acaso, calenté agua para hacer algunas bebidas, limpie por dentro y por fuera, finalmente voltee el letrero para que la gente supiera que estaba abierto. Era mitad de semana, la clientela comenzaría a llegar poco después de las once de la mañana, y con suerte, por la tarde llegaría más, aunque esta vez fue diferente; tres sujetos vestidos de manera casual, entraron y tomaron asiento en una mesa. Ellos eran altos, de piel blanca y cabello castaño, cualquiera pensaría que son trillizos, lo único que los diferenciaba era el tono de voz, algunos rasgos faciales y el acento que tenían al hablar inglés. Dudaba que ellos tuvieran la misma edad que yo, además de ser probablemente extranjeros; quizá eran adultos y estaban de paseo.

─ Buen día, ¿ya decidieron que ordenar? ─pregunte cuando me acerque a ellos.

─La verdad es que no sé qué ordenar, este menú es desconocido para mi ─dijo uno de ellos─. Que tal si ordeno algo y no me gusta, no planeo terminar de comerlo si no me gusta el sabor.

─El idioma aun es un poco difícil para mí, pero lo que dice aquí suena a que será delicioso ─dijo otro señalando un apartado del menú.

─¡Nos hacen ver como trío de tontos extranjeros que no saben lo que quieren, dame el menú! ─exclamo exasperado el último chico. Después de repasar el menú, me lo entrego y hablo─. Tráeme tres jugos de naranja, si tienes, quiero tres cervezas Pilsner y tres hamburguesas con doble porción de carne, por favor.

─Lo lamento, creo que no tenemos ese tipo de cerveza, a los americanos les fascina beber Bud Light, Corona extra y Modelo Especial ─comente, dándome cuenta de mi error.

─¿Así que también eres extranjero verdad? ─dijo uno de ellos con una sonrisa cómplice─ Déjame presentarnos, mi nombre es Emil Nekola, soy de República Checa y estos de aquí son Derek Koch y Edwin Kast ambos de Alemania ─comentó alegremente señalando a ambos chicos─. Nosotros estamos aquí por los semanarios de la universidad ¿Qué hay de ti?

─Yo... ─hable titubeando─. Me llamo Han, vengo de Taiwán y... Yo estoy aquí por el examen de admisión a la universidad.

─¡Genial! ¿Para qué universidad aplicaras? ─preguntó Edwin.

Más vale tarde que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora