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Seung... Seung... Seung─. En algún momento comencé a escuchar mi nombre a la lejanía, una y otra vez, el olor a antiséptico inundo mi nariz y la sensación de un objeto incrustado en mi mano fue la clave para saber que no estaba en mi habitación.

─Mamá... ─dije débilmente cuando abrí mis ojos y lo primero que visualice fue su rostro ─ ¿Qué... estás... hacie...

─Tranquilo Seung, no te esfuerces, aun no estas recuperado del todo ─dijo mi madre con dulzura mientras acariciaba mi cabeza ─Me has dado un gran susto, el mayor de mi vida.

─¿Qué... que... me... paso? ─intente preguntar, pero mi voz se escuchaba ronca y me dolía mucho la garganta ─ ¿Dónde... está... Celes... tino?

─Celestino se marchó desde hace rato a su hogar para descansar. Pasó estos últimos días cuidándote ─mi asombro y preocupación fueron más que evidentes cuando mire fijamente a mi madre─ Tranquilo Seung, hoy es sábado. Apenas y has pasado dos días en el hospital, así que te pondré al tanto.

Mi madre comprendía que no podía esforzarme demasiado al hablar, así que me ahorro el hacer preguntas, respondió todo lo que quería saber. Ella me relato todo lo que ocurrió, descubrimos que soy altamente alérgico a la vainilla y a los frutos secos. Celestino se asustó demasiado al ver que no reaccionaba y comenzaba a toser como loco, me trajo al hospital lo más pronto que pudo, mi estado era muy crítico tanto que pensaron que él me había envenenado o algo parecido. El hospital no creyó la versión de mi jefe, además, de no tener ningún parentesco conmigo; la sospecha era demasiada, tanto así que llamaron a la policía y lo detuvieron hasta que contactaran a mis familiares. No sé cómo, ni porque pero Celestino tenía el número de teléfono de mi madre, solo basto una llamada explicándole todo lo que pasaba para que ella tomara el primer vuelo a Detroit y llegara a solucionar todo a su paso. Me alegro saber que ella llego sin compañía al país, pues no tenía ánimos para ver a mi padre y su típica expresión de descontento, pero eso no significaba que mi madre se guardaría las cosas, sabia de sobra que le contaría todo a mi padre una vez regresara a Corea, después de todo es su esposo y confían mucho uno en el otro. Sin embargo, me dijo que no podría hablar correctamente en aproximadamente un mes ya que había desgarrado mi garganta por toser brusca y excesivamente, además de la misma alergia que estuvo a punto de tapar mis vías respiratorias.

─El señor Celestino es un hombre muy noble y amable ─comento de repente─. Es reconfortante saber que podemos confiar en él ─Asentí.

─Me he enterado que el lunes comienzan tus seminarios ─cambio de tema mi madre─ ¿Estas emocionado? El doctor dijo que mañana a medio día te dará de alta, puedes darme un pequeño recorrido por lo que es tu día a día, o al menos lo que será ─dijo entusiasmada, nuevamente asentí.

Pasamos alrededor de una hora hablando, aunque en realidad ella hablaba sobre lo que vivía en su trabajo, de los recientes logros de la compañía, que mi padre había sido promovido a un puesto mayor, por lo que, ella pasaba más tiempo sola en casa acompañada de mi husky siberiano, y cosas por el estilo. Yo solo respondía con asentimientos. Todo ese día mi madre cuido tan minuciosamente de mí, preguntaba a cada momento si la aguja de la canalización estaba bien, si tenía hambre, si quería ir al baño, si quería que acomodara la almohada, si quería escuchar música, etc.; no niego que toda esa atención de mi madre me hizo feliz, es solo que a veces ella puede exagerar. Cuando anocheció, Celestino llego al hospital con unas evidentes ojeras y pesadez en su cuerpo, aunque esta pareció disminuir cuando me vio despierto, aun así me sentí culpable por todo lo que le hice pasar.

─¡Seung! ¡Has despertado, me alegra tanto saber que estas bien! ─dijo Celestino mientras me abrazaba.

─Buenas noches Celestino─ dijo riendo mi madre─ Ya me he encargado de poner a Seung al día.

Más vale tarde que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora