14

44 4 0
                                    

Desde que Seung y yo nos reuníamos en la biblioteca para planear nuestro proyecto los días habían pasado muy rápido, más bien volando, tanto que era la segunda semana de febrero, catorce de febrero para ser mas exactos. Seung y yo empezábamos a acoplarnos a nuestra compañía de algún modo, aunque debido a ello empezamos a recibir cada vez más miradas extrañas de personas de nuestros departamentos, cosa que a ambos no nos importaba. Seung parecía un poco distante e incómodo por los amates que se entregaban obsequios y caminaban de la mano, siendo tan melosos, a decir verdad, yo también me sentía un poco incomodo, no por las parejas, mas bien era porque había preparado algo para Seung, pero no sabia como entregárselo, no era la gran cosa solo era una pequeña caja con paletas de diferentes sabores ya que no sabía cuál era su sabor favorito. ¿Cómo debería entregárselo?, ¿lo mal interpretara? A final de cuentas, también es el día de la amistad ¿cierto?, estamos en Estados Unidos, no creo que lo tome a mal. Mis manos jugueteaban con mi ropa, me sentía tan nervioso que creía que me ahogaría en cualquier momento, ─¡vamos Phichit! No preparaste esto para nada─. Me repetía a mi mismo mentalmente. Faltaban cinco minutos para irnos así que guarde mis pertenecías y decidido camine hacia su lugar, el aún seguía guardando el trabajo que tenia en su laptop. Sin pensarlo mucho, me agache y de mi mochila saque la caja y la coloque a un lado de su laptop.

─Feliz catorce de febrero, supongo ─dije en un susurro cerca de su oreja, ¡Phichit, tonto, que estás haciendo!, pensé para mí mismo─. Me iré primero, tengo cosas por hacer nos vemos luego.

No espere la respuesta de Seung y salí casi corriendo de la sala de estudio. Sentía mis mejillas arder, camine lo más rápido que mis piernas me permitieron para llegar al baño, me encerré en el primer cubículo desocupado que vi y tape mi rostro sonrojado con las manos pensando en lo que había acabado de hacer, me sentía feliz pero también muy nervioso, quizá con un poco de adrenalina, como si hubiera saltado de un avión con paracaídas. No sabia como describir esa sensación, salí del cubículo, lave mis manos y moje un poco mi rostro para calmarme. Era lunes y aún tenía clases a las que tenia que llegar y más paletas por repartir.

Después del martirio que fueron las clases, por fin pude ver a mis amigos en sus tiempos libres, me encargué de entregarles a cada uno un pequeño paquete con paletas de su sabor favorito, una pequeña nota y además darles un abrazo. Se que parecerá muy cursi, pero los considero amigos muy cercanos a mí, que estarían ahí para ayudarme y apoyarme, era lo menos que podía hacer por ellos. Como era de esperar yo también recibí obsequios de ellos.

Me apresure a llegar a casa y dejar mis deliciosos regalos, además de cambiarme y arreglarme más de lo usual, por ser un día comercial, la demanda en la cafetería era más alta que otros días, lo cual era obvio ya que las parejas reservaban para comer o para pedir matrimonio ese día, en casos especiales claro. Y Celestino como el buen enamorado empedernido del amor, organizo con detalle las comidas y decoración de este día, además de nuestros atuendos claro. Solemos llevar el típico delantal a la cintura, con camisa blanca y jeans negros, pero para este día usaríamos un chaleco, corbata o corbatín, camisa blanca, pantalón de vestir y nos esmeramos en nuestros peinados. Era el primer catorce de febrero que pasaba en la cafetería, junto con Minami así que entendía la emoción de Celestino.

No tenía un traje así que decidí rentar todo a excepción de la camisa. Aún recuerdo el día que fui a escogerlo con Minami, fue tan divertido porque no podía decidirse si llevar uno llamativo o discreto. Al final termino diciendo que seria una sorpresa y no me dejo verlo. Yo opte por un chaleco azul marino, con un corbatín a juego y un pantalón de vestir color negro.

Cuando termine de arreglar mi cabello, me observe al espejo, me veía un poco irreconocible, me veía apuesto, mas de lo que me gustaría admitir, me sentí un poco avergonzado de salir así a la calle, es decir, siempre visto como un adolescente usando tenis deportivos, pero ahora soy todo un galán con zapatos elegantes y perfume, supongo que pasaría desapercibido, después de todo era catorce de febrero.

Más vale tarde que nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora