Hellhound

°Trece°

Todo cae por su propio peso

Sirius estaba harto, su magia no le respondía adecuadamente, llevaba horas atrapado en su forma animaga, comenzó a vagar por el Londres muggle esperando para poder volver a su forma original, un ligero grito llamó su atención.

—Es que debes ser la cosa más linda que he visto. —Una mujer alta de tez blanca, ojos azules como el mar y una abundante melena rizada rubia saltaba de alegremente—. ¿No quieres venir conmigo? Serás un regalo perfecto para mi amada.

Sirius ladró y movió la cola, era una manera de comer, no había podido almorzar por estar atrapado con su forma animaga, siguió a la mujer por las calles y ella seguía diciendo lo mucho que su prometida disfrutará jugar con él. Cuando llegó a la casa de la mujer quedó completamente estático.

—Nos vamos a divertir tanto Sirius, desmaius. —Bella entró a Grimmauld Place con una sonrisa en el rostro y un inconsciente Sirius flotando detrás de ella, bajó directamente a los calabozos donde transfiguró una silla con correas—.

Con cuidado revirtió la forma animaga de Sirius y lo ató mágicamente a la silla junto con las correas, no quería que se soltara antes de tiempo y salió en busca de Andrómeda.

—Querida, tengo un regalo para ti. —Andrómeda sonrío el escuchar a Bella, desde que había vuelto a casa ella la llenaba de atenciones y mimos, había llegado al grado de mandar los papeles de divorcio a Rodolphus y pedirle matrimonio a ella—.

—¿Qué hiciste, Bell? —Con una sonrisa Bella tomó la mano de Andrómeda y la condujo a los calabozos, la castaña se sorprendió al ver a su prometida con esa apariencia pero no dijo nada, sabía que cambiaba siempre que salía para evitar que el ministerio la localizara—.

—Es parte de mi regalo de bodas. —Cuando llegó al calabozo que tenía a Sirius un estremecimiento recorrió a Andrómeda—.

—Bell. —El primer impulso de Andrómeda fue correr pero el firme agarre de Bella no se lo permitió—.

—Él no volverá a tocarte, hoy prometo ante mi magia que jamás dejaré que alguien lo haga. —Andrómeda sonrío ante el sentimiento con el que Bella habló—.

—No puedo, bell. —Bella asintió con la cabeza y permitió que Andrómeda se fuera, no dejaría vivir a Sirius ni un momento más, con un Ennervate Sirius volvió en sí—.

—Maldita loca. —Sirius intentó soltarse pero su magia no respondió y eso lo asustó—.

—Oh querido, ¿crees que nuestro Lord te permitiría seguir viviendo como si nada después de lo que le hiciste a Andrómeda? Eres realmente estúpido. Él no te mato porque yo pedí ese privilegio pero ¿tu magia? Tu magia te fue arrebatada, morirás querido primo, tú y esa despreciable mestiza que en lugar de ayudar a su familia prefirió encerrar a Andrómeda, ambos morirán. —Con una sonrisa se volteó al mueble donde guardaba herramientas muggle, tomo unas pinzas y se aproximó a Sirius quien temblaba sin control— ¿Sabes? Son todos unos idiotas pero por eso se les tiene que agradecer, el Lord de nuestra casa no habría surgido si ustedes no lo hubieran llevado al límite de la manera que lo hicieron, y para su desgracia Harry es el Lord más oscuro que existido en la familia Black —Bella tomó un dedo de Sirius y con calma comenzó a tirar de la uña hasta arrancarla—.

—¡AAAHHH! Maldita loca, Harry no puede ser el lord de ésta casa, no tiene suficiente sangre Black —Sirius lo sabía, lo habían investigando lo suficiente, solo estaba su abuela y eso no era suficiente, sintió el ardor que causó el desprendimiento de su uña y comenzó nuevamente a luchar por salir—.

—Obviamente olvidaste un detalle, los registros Black están protegidos por sangre. Nunca lo sabrían, esa perra de Evans es una Black, hija de una Squib, tiene la sangre suficiente y la sed de venganza necesaria para que el legado Black despierte y ¡ohh! el 'pero' de la situación, ¿recuerdas que cada Lord tiene un gusto peculiar por algo? —Sirius asintió solamente, Bella seguía arrancando una por una las uñas de sus manos y él no le daría la satisfacción de oírlo gritar—.