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Jimin se encontraba algo perdido, por así decirlo. El joven había salido del Instituto a las seis de la tarde con los demás alumnos, pero era nuevo en esa ciudad, jamás se había tomado unas vacaciones a otro lugar que no fuera Estados Unidos. Vio por el rabillo del ojo cómo su compañero de banco se subía en una limusina negra. Se dirigió al hotel internacional, a pie, como acostumbró, y por eso, más el baile, tenía piernas tonificadas.

Una vez dentro de su habitación, se bañó en el jaccuzi, tardó unos minutos en lavarse el cabello y vestirse. Salió de la habitación con la maleta en mano, cuando estaba por bajar, el mismo joven del anterior mes lo ayudó a bajar nuevamente su equipaje, lo cargo hasta a fuera del hotel, no sin antes devolver la respectiva tarjeta dorada. Ésta vez, Jimin le dio diez mil wons, el chico le hizo una reverencia mientras le agradecía repetitivamente.

Comenzó a caminar guiándose por los carteles que había en cada esquina, miraba los autos pasar, cruzó, no sin antes mirar a los dos lados aunque hubiera semáforo, no se confiaba. Luego de caminar unas veinte cuadras, entró a un barrio cerrado, en ese lugar era algo más rural, cómo cabañas y bosque, sin embargo, en vez de cabañas habían mansiones y muchas piscinas. Mientras avanzaba veía a niños jugando al polo en un campo apartado específicamente para eso, cuando miró a su izquierda vio a personas mayores de edad paseando a sus mascotas, los saludó con un leve asentimiento de cabeza.

Frenó luego de varias cuadras caminando al ver la imagen en su celular de la casa en la cual estaría, miró a su frente y si, era aquella mansión, parecía ser la más grande de todas ellas, se veía impecable con esos colores claros y pasteles. Dejó sus pensamientos a un lado, tocó el timbre que estaba en una columna al lado de las inmensas rejas negras. Sonó una armoniosa melodía como respuesta, y al final se oyó una voz grave.

ㅡBienvenido a la casa de los Minㅡ. Presentó con voz grave pero suave, y añadió. ㅡ¿En qué podría ayudarlo, joven?ㅡ.

Había una cámara en donde salía él, cómo si fuera una videollamada, inclusive aparecia una pantalla, sin embargo, del otro lado no aparecía nada, sólo su imagen propia. Carraspeó y habló para responderle.

ㅡBuen día Señor, soy el alumno de intercambio, Park Jiminㅡ. Respiró profundo, no conocía a nadie. ㅡMe informaron que ésta era la dirección de la casa en la cuál tendría mi estancia Señor.

ㅡOh, es tu usted, la Señora Min creía que llegarías más tarde, puedes pasar, espera un momentoㅡ. Finalizó mientras las rejas se abrían con un mecanismo. Caminó hasta la puerta que se abrió, se vio un hombre mayor con traje negro, le sonrió y lo invitó a pasar, éste accedió. Por lo que notó, estaban en la sala, por dentro se veía más grande.

ㅡBienvenido nuevamente joven Park, la Señora Min vendrá en unos minutos, tome asientoㅡ. Se fue dejando al pelirosa sentado en un sillón blanco cómo la nieve, tenía miedo de mancharlo hasta con su mirada.

Se sobresalió al escuchar una voz tan de repente, pero se calmó cuando la escuchó atentamente, era dulce y suave, como los cantares de las aves en una mañana. Eso le hizo recordar a sus desayunos con su madre cantando a su lado.

ㅡNo quise asustarse Jimin, lo sientoㅡ. Tranquilizó aquella mujer, lo abrazó con devoción mientras repartía besos sobre todo su rostro, la última vez que lo había visto fue a sus ocho años, Jimin se dejó apachurrar, no obstante, ni se inmutó. Luego de ese conmovedor encuentro para la mayor, comenzó a explicarle cada movimiento de la casa. Le dio los horarios de cada comida, le enseñó la cocina, lo presentó a cada uno de los empleados y subieron las escaleras cuando la mujer creyó que eso era todo lo básico, le señaló su cuarto mientras un ayudante cargaba sus maletas y las metía dentro de éste mismo, le mostró el baño que estaba frente a dos habitaciones; la suya y otra que desconocía, ambas puertas eran negras.

Desequilibrio Amoroso [yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora