THE PROMISE《YOONMIN》《Mpreg》

CAPÍTULO 12

Yoongi se encontraba en su oficina incluso un poco antes de lo normal. No paraba de darle vueltas al asunto. Jimin no lo había engañado, seguía tan puro e inocente como la última vez que lo vió. Se sentía el más grande de los idiotas de todo el universo. Lo había complicado todo sólo por un mal entendido. No tenía cara para ver a su pequeño y sexy esposo con el que había sido un maldito. No sabía que decir, ni como proceder, por esa razón huyó como un cobarde.

Buscó en su teléfono el número de la persona con la que necesitaba hablar en ese momento.

--¿Podrías venir a mi ofina? -preguntó, recibiendo una afirmación como respuesta --Bien, te espero. Hay mucho que necesito contarte.

Jimin se encontraba aún en la cama hecho un ovillo entre las sábanas. Se negaba a salir de su escondite. Sentía tanta vergüenza y confusión por lo que había sucedido la noche anterior. Yoongi lo había engañado para que se casara con él ¿Pero por qué? ¿era solo una estrategia para llevárselo a la cama? Porque eso era lo que había pasado y dado que el mayor se fué sin decir una palabra, al igual que los días anteriores, era una posibilidad. Pero ¿Por qué tomarse tantas molestias si solo buscaba sexo? Yoongi tenía de sobra con quién acostarse. ¿Por qué casarse con él?

Recordó las palabras de Yoongi en el callejón: "No podía dejar que alguién más te tuviera. No iba a perderte, Jimin. No podía hacerlo".

¿Sería posible que, a pesar de todo, sí lo amara? Y si así fuera ¿Él podría perdonarle sus infidelidades?

--arhg...me volveré loco a este paso.

Decidió que lo mejor era hablar las cosas directamente. Hacía horas que estaba en cama haciéndose preguntas que sólo el pelinegro podía responder. Era casi la hora del almuerzo, aprovecharía para invitarlo a comer y de paso aclarar algunas cosas.

Se aseó y vistió en tiempo record. El edificio donde el mayor trabajaba quedaba a unas cuadras de ahí.

Decidió ir caminando hasta allí después de todo era un lindo día.

--Vaya, sí que eres un tonto. Y yo que siempre pensé que eras listo.

--Yah, no te pedí que vinieras para que me insultes.

--Pues si me pediste que vinera es porque quieres mi opinión sincera.

--Por supuesto.

--Eres el mayor imbécil que conozco. -insistió.

--Basta. Deja de repetirme algo que ya sé.

--Pero es que no lo sabes ¿No te das cuenta? Eres un imbécil porque me llamaste a mí para hablar sobre tus problemas cuando deberías estar hablándolo con tu esposo. Deja de perder el tiempo. -explicaba la joven de de ojos verdes.

--Tengo miedo de lo que pueda suceder, tengo miedo de que me abandone.

--Es un riesgo que vas a tener que correr, cariño. Ya deja de ser un tonto y ve a aclarar las cosas de una vez por todas.

--Gracias, por venir, por escucharme. Gracias por siempre estar para mí. -pronunció el pálido con sinceridad.

--No hay nada que agradecer, te quiero, lo sabes ¿no? -El pelinegro sonrió con cariño en respuesta.

--Vamos tonto Yoon. Te daré un aventón hasta tu casa, traje mi auto.

--Vamos.

Ambos salieron de la oficina del pelinegro y se encaminaron hasta la salida con cara de complicidad. El auto de la joven se encontraba frente al edificio, subieron a este y de inmediato el vehículo se puso en marcha.

Jimin, que estaba llegando cuando ambos chicos salían del edificio, se apresuró a esconderse para no ser notado. Había visto a esa mujer antes, era la misma de la foto con la que Yoongi salía de la joyería, algo en su corazón se quebró. Había olvidado que el mayor había comprado un anillo para esa mujer. Se odió por tener esperanzas. ¿Cómo se atrevió a esperar no ser uno más de la vida del mayor?

Decidió seguir con su caminata. No sabía hasta donde llegaría pero no es como si le importara. Estaba atrapado en un país extranjero y casado con un hombre que no lo amaba. Necesitaba pensar.

Había caminado por varias horas. Había meditado las cosas con la cabeza más fría. Hablaría con Yoongi, aclararía las cosas, no podía seguir huyendo. Se comportaría como el adulto que es y le pediría una explicación, porque habían demasiadas cosas que no comprendía aún.

Si resultaba ser que Yoongi lo amaba buscarían la manera de que las cosas funcionen entre ellos. Pero si no lo amaba, entonces, renunciaría a todo: su pastelería, el que fué su hogar por tantos años; y se iría lejos donde pudiera empezar de nuevo y reconstruir lo que quedara de su corazón. No deseaba sufrir más y no iba a pelear por un amor no correspondido.

Con la determinación dominando cada uno de sus movimientos regresó sobre sus pasos. Luego, cuando por fin notó que había caminado sin rumbo por una ciudad que apenas conocía, fué conciente de que no sabía dónde estaba.

--Maldición, estoy perdido.