Capítulo 10

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Capítulo 10

Trunks nos convenció de lo fundamental que era que descansáramos antes del rescate e instauró un sistema de turnos de tres horas para hacer guardia, en caso de cualquier imprevisto o cambio en los planes de conquista. Yo, como sabía que me sería imposible dormir, me ofrecí para vigilar el primer turno y así ellos pudieran descansar.

Una vez que el chico del futuro y mi rival se durmieron, subí hasta lo más alto de un árbol y me senté a contemplar la nave. Un mal presentimiento no me dejaba en paz, podía intuir que algo muy malo estaba a punto de suceder. Conocía perfectamente al sujeto que tenía cautiva a Bulma, sabía de las atrocidades que era capaz... lo sabía porque yo las había cometido.

Suspiré triste: extrañaba demasiado a mi terrícola, y el sólo pensar en el peligro que corría me llenaba de frustración. Es que no merecía tenerla conmigo, ella era demasiado para mí; ella era pura alegría y luz, en cambio yo no era más que un asesino con un pasado muy oscuro. Esa era la única verdad, yo era un asesino, un ser despreciable que disfrutaba de arrebatar vidas y sembrar el pánico. Nunca supe con certeza cómo Bulma se fijó en mí, tal vez la razón es que era sumamente terca, ya que, haciendo a un lado mis discursos de superioridad, en realidad no había muchos buenos motivos para que se enamorara de mí.

No me di cuenta de como pasó el tiempo, y en lo que me pareció un abrir y cerrar de ojos, Trunks apareció junto a mí.

—Ve a dormir un poco, papá —bostezó.

—No hace falta, no tengo sueño —respondí.

—Pero papá...

—Luces cansado —lo interrumpí— Sigue durmiendo, yo haré tu turno.

—No, yo lo haré, solamente necesito lavarme la cara...

—Soy un guerrero, Trunks, toda mi vida lo he sido, puedo pasar varios días sin dormir —dije con rabia— Soy un guerrero y aún así permito que Bulma esté prisionera.

Apreté los puños y una lágrima se escapó de mis ojos, pero me volteé antes de que el muchacho pudiera verla. O al menos lo intenté.

—Esto no es tu culpa —habló el joven— Soy yo quien trajo a mamá a este tiempo, es mi responsabilidad...

—Ella... es muy importante para mí —pronuncié con dificultad.

—Lo sé —sonrió y puso su mano en mi hombro— Y el señor Gokú también lo sabe, por eso quiso venir a ayudarnos.

—Vete a dormir, hijo —murmuré, derrotado— Yo estaré aquí hasta que amanezca. Tampoco despiertes a Kakaroto, no es necesario.

—Gracias, papá. Te veo luego.

Trunks volvió a dormirse y yo me quedé allí, inmóvil, un tanto asustado. No podía evitar pensar en Kakaroto diciéndome que Bulma estaba un poco "confundida" ¿Confundida sobre qué? ¿Qué había sucedido durante su cautiverio? Eso me tenía muy intranquilo.

Estuve toda la noche dándole vueltas a distintas teorías sobre la "confusión" de mi mujer, hasta que sin notarlo amaneció y comenzó el ajetreo; los soldados empezaron a salir de la nave, cargando armas y agrupándose en equipos. Las órdenes las vociferaba un sujeto alto y fornido, quien supuse sería el famoso Bronco. De Napa y el otro Vegeta no había ninguna señal.

Bajé del árbol y de un zamarreo desperté al chico del futuro y con una pequeña bola de energía a mi rival.

—¡Oye, Vegeta! ¿No me podías despertar con más amabilidad? —cuestionó.

—¿Acaso querías un besito, princesa? —le gruñí con ironía.

—Papá, mira —señaló mi hijo.

El caso de la rubia platinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora