Capítulo 3

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Capítulo 3

Ay, no, eso no podía estar pasando.

Me llevé las manos a la cabeza, intentando contenerme para no darle un puñetazo a mi hijo.

—Lo siento, papá, te juro que fue un accidente...

—¿La dejaste allí, sola, conmigo? —cuestioné— ¿Por qué no la rescataste? ¿Acaso no tienes la fuerza suficiente para enfrentarte a mi yo de esa fecha?

—No lo sé y, la verdad, preferiría no pelear contigo, eres mi padre y...

—¡Abandonaste a Bulma! —vociferé, furioso.

—Perdón, papá...

Tuve que sentarme sobre la cama. Estaba aterrado, enojado y, para colmo de males, hambriento. La situación era desesperada y supuse que no podía ponerse peor, pero subestimé a mi destino.

—Debemos ir por ella, rápido —dije.

—Tal vez podríamos pedirle ayuda al señor Gokú —sugirió.

—¡Por supuesto que no!

Y, como en un mal chiste, producto de su teletransportación, Kakaroto apareció en la habitación.

—¡Sabía que no estaba equivocado! —exclamó— Hola, Trunks.

—¿Por qué diablos lo llamaste? —increpé al muchacho.

—Yo no lo llamé...

—No lo regañes, Vegeta, él no me llamó —habló— Simplemente sentí su ki y quise venir a saludar. Por cierto ¿Por qué tienen esas caras? ¿Acaso pasó algo malo?

Me puse de pie. No estaba para las estupideces de ese insecto.

—Trunks, cuéntaselo todo —ordené— Voy a ducharme. Apenas salga vamos a terminar con esto.

Me metí al baño. Apenas cerré la puerta tras de mí fue inevitable darle un golpe al espejo, el que por supuesto se quebró en mil pedazos.

Con el agua corriendo por mi cuerpo me puse a recordar mi pasado, el cómo era exactamente en esa época. Y sentí miedo de tan solo imaginar lo que podía hacerle a mi terrícola del pelo azul. O Rubia, producto de su nuevo look.

Apenas terminé de ducharme salí al cuarto para vestirme. Kakaroto estaba sentado sobre la cama.

—¿Y Trunks? —pregunté.

—Fue a preparar las cosas que vamos a necesitar.

—"Vamos" es mucha gente —corregí— Tú no irás a ningún sitio.

—¡Pero Vegeta! Podrían necesitar mi ayuda...

—¡Ya te dije que no! Y ahora vete, que voy a vestirme.

—Pero yo quiero ir...

—No es asunto tuyo; Bulma es mi esposa y yo lo voy a solucionar.

—Será tu esposa, pero también es mi mejor amiga, desde mucho antes de conocerte a ti, así que tengo derecho a involucrarme.

Kakaroto me dio una mirada severa. Al parecer se lo estaba tomando en serio.

—Te conozco, Vegeta —agregó— Ahora puedes ser un buen tipo, pero antes no lo eras. Sé de lo que eres capaz, por eso quiero ir.

Asentí, resignado.

—Está bien, haz lo que quieras, pero sal de mi cuarto.

Se marchó y yo pude vestirme.

Cinco minutos después entré al laboratorio, donde estaban reunidos Trunks del futuro y Kakaroto.

—¿Ya nos vamos? —consultó el insecto.

—Debemos definir cuál será el plan para rescatar a mamá —comentó el chico.

—¿Plan? ¡Tonterías! Los aniquilaremos a todos y listo.

—No, papá, no podemos hacer eso —me contradijo.

—Claro que podemos...

—No podemos intervenir en otras líneas temporales —explicó— Ante el más mínimo disturbio que provoquemos podría ocasionar cambios terribles y causar un daño irreparable.

—Es cierto, Vegeta ¿Acaso no viste las películas de "Volver al futuro"? —interrogó el saiyan de clase baja— ¿No oíste lo que decía el Doc? Podríamos desaparecer de la foto...

—No sé si es el mejor ejemplo, pero el señor Gokú tiene razón —analizó Trunks.

—Pero qué estupidez —gruñí— Supongo que tendremos que hacerlo a tu modo.

—He pensado en algunas opciones —meditó el peli lila— Se los diré durante el viaje.

—¿Viaje? ¿A dónde irán?

Trunks, el pequeño, era quien nos hacía esa pregunta.

—¿Han visto a mi mamá? Hace rato la estoy buscando y no la encuentro...

Los tres adultos nos miramos nerviosos ante el cuestionamiento de Trunks.

—Tu mamá tuvo que salir por... unos temas de la compañía —mentí— Y nosotros... Iremos a entrenar ¿Verdad?

El joven del futuro y la sabandija asintieron, intentando sonreír.

—¿Y yo puedo ir con ustedes, papá?

—No, no vamos a ir a jugar.

—Pero no puedo quedarme solo, ya sabes que mis abuelos están de vacaciones...

Maldición, el niño estaba en lo correcto; los padres de Bulma no estaban en casa y, ya que ella tampoco estaba, yo era el único a cargo de nuestro hijo. Y también del gatito negro que mi suegro siempre llevaba en su hombro.

—Te quedarás en casa de Kakaroto —dije, muy convencido.

—¡Claro! —dijo el aludido— Te quedarás y podrás jugar con Goten ¿No te parece genial?

—Sí, eso creo —dudó el mocoso.

—Arregla una mochila para que Kakaroto te lleve con su teletransportación —le ordené— Y no te olvides de revisar que el gato tenga agua y comida.

Ambos Trunks y Kakaroto me observaron sorprendidos ante mi preocupación por el felino.

Tal como dije, mi némesis llevó a mi hijo hasta su casa y regresó justo para abordar la máquina del tiempo que nos llevaría a un pasado diametralmente diferente. Sin embargo, con lo imperfecto que resultaba aquel transporte no teníamos ninguna certeza de llegar a la línea temporal donde Bulma estaba cautiva, pero no íbamos a dejarlo así. Iba a luchar por llevar de regreso a casa a mi mujer. 

El caso de la rubia platinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora