Parte 8

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-Umph Jen, más- lloriqueo, apresando las sábanas con fuerza. Venas marcandose en sus delicadas manos y ascendiendo por sus brazos debido al esfuerzo.

Emitió un fuerte grito cuando recibió una palmada en el muslo izquierdo, sensaciones de escozor y placer mezclados.

-No me digas que hacer Jaemin, es mi turno de jugar contigo- gruñó Jaeno en respuesta, clavando las uñas romás sobre los muslos que le rodeaban la cadera.

El tintineo metálico de las esposas en su muñeca izquierda era un recosdatorio constante de que debía vengarse, torturar al castaño tanto como se lo hizo a él.

Rasguño la piel sensible sin remordimiento, disfrutando de los pequeños quejidos que abandonaban la dulce boca de Jaemin.

La cara y cuello ligeramente canela ahora comenzaban a tornarse rojos, producto de no poder llegar al clímax. Tenía cerca de 30 minutos suplicando por piedad, rogando que le permitiera correrse y llegar al éxtasis.

No lo permitiría, disfrutaba de ver la cara de mejillas sonrosadas y piel perlada en sudor, escuchar los sonoros jadeos y gemidos que emitía cada que estaba cerca del borde. Los ojos llorosos, llenos de lágrimas de placer suplicarle silenciosamente y esa dulce boca llamando su nombre una y otra vez.

Jaeno disfrutó de aumentar y disminuir el ritmo, escuchando el obsceno sonido de sus pieles al golpear.

-Ahora quién es la perra que ruega por más ¿Eh?- le gruñó en la oreja, acto seguido atrapó el lóbulo de esta entre sus dientes y torturó el dulce punto.

Los sonidos húmedos y la sensación cálida de la boca de Jaeno torturando la sensible carne acompañados de las erráticas embestidas le llevaron al borde. A suplicar una vez más, quizá está vez si pudiera apiadarse de él.

-Por favor Jen- lloriqueo, gimiendo fuertemente cuando sintió algo caliente y pegajoso llenarle. Jaeno se había venido sin siquiera advertirle o salirse de su interior.

Ese bastardo.

Jaemin estaba a punto de maldecirlo cuando la boca contraria tomo la suya con pasión, besándole de manera desordenada a la par que una mano firme se apretaba al rededor de su pene, comenzando a estimularlo después de haberlo ignorado durante todo el tiempo.

Un último gemido siendo ahogado en el beso mientras terminaba en la mano conocida.

Se mantuvieron en aquella posición, besándose hasta que la nebulosa del orgasmo les dejo ver con claridad.

Jaemin recostado con la espalda contra el colchón, las piernas abiertas y Jaeno entre ellas, ambos jadeantes.

-Eso ha sido fantástico, ahora aparta para ir a bañarme- se quejó Jaemin, empujando a su amante por el pecho, sin embargo, este no se movió siquiera un centímetro y contrarió a lo solicitado se dejó caer con todo su peso sobre el contrario.

-Estoy agotado Nana, vamos a dormir así- murmuró con voz dulce, besuqueando la mejilla ajena de manera sonora.

Jaemin gruñó, no, no, no. Ellos no iban a acurrucarse después del sexo como una pareja cariñosa y empalagosa.

-Jeno, quítate de encima- advirtió con voz sombría y cuando el otro hizo lo indicado se creyó ganador, sin embargo Jaeno no tenía en mente qué el otro saliera de la cama. Oh no, él estaba listo para abrazarle y dormir.

Ignorando las sonoras protestas de Jaemin, le abrazo por la espalda y acurrucó contra él de cucharita. Murmurando soñoliento contra la nuca ajena que tuviera dulces sueños.

Jaemin no tuvo de otra que rendirse tras unos minutos de permanecer tenso y entonces el cansancio comenzó a vencerle, quedándose dormido también al aflojarse un poco.

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