Había pasado una semana desde que Sorano recibió la trágica noticia, y eso la había destrozado emocionalmente, durante todo este tiempo ella había tratado de ser fuerte para que su hijo no se diera cuenta, él es tan solo un niño de tres años y puede que entienda o puede que no, además ella no tenía el valor de hacerlo, el pequeño adora a su padre con todo su corazón, por esa razón no tenía el valor de decirle que su padre ya no volverá. Yukino sabía que su hermana no estaba bien, ella sabía que Sorano estaba destrozada, ya que durante estos últimos años que había estado con ellos se dio cuenta de una cosa, ¡ellos se aman demasiado!, así es, Yukino se dio cuenta de eso rápidamente, Natsu era posesivo, sobreprotector y celoso, mientras que Sorano era cariñosa, amorosa y celosa (muy celosa, mucho más que Natsu), Yukino recordó cuando Sorano casi se volvía loca solo porque pensó que Natsu le estaba siendo infiel, así eran los celos de ella. Yukino se encontraba cuidando de Hiryū, ya que a pesar de que Sorano hacía todo lo posible por cuidar a su hijo, ella no se encontraba bien y casi siempre se la pasaba llorando en su habitación.
Mientras que a varios kilómetros de magnolia, una enorme llamarada de fuego salió de la tierra.
-Al fin! encontré la maldita salida de ese maldito laberinto- Natsu salió de la tierra con su ropa hecha tiras -no puedo creer que esa cosa explotara, ¿Porqué todo lo que toco se destruye?, si no fuera por esa habitación estuviera muerto, aunque me condujo a un maldito laberinto- luego vió a su alrededor -ahora donde desmonios estoy?- dijo rascándose la cabeza, mientras comenzaba a caminar.
Lo que había sucedido con Natsu fue simple, él había entrado a las ruinas de un templo, dentro de ese lugar había muchas trampas, y Natsu ya se encontraba desquiciado así que cuando llego a una enorme sala, sintió que la enorme esfera le estaba absorbiendo poder mágico, así que pensó que se trataba de una trampa, y le dió un puñetazo lo suficientemente fuerte como para romperla, liberando todo el poder mágico que había absorbido durante cientos de años.
A Natsu le tomó un día llegar a Magnolia, cuando salió de la estación respiró profundamente, luego vió hacia el cielo y dijo -es bueno regresar, aunque estoy sucio y apesto, además Sorano va a matarme, nunca me había tardado tanto en una misión- después se dirigió a su casa.
Mientras tanto, Sorano se encontraba en su casa, más concretamente en su habitación, ella se encontraba abrazando el cupido de peluche que Natsu le había regalado el día que comenzaron a salir -creí que siempre estarías a mi lado, acaso nunca podré ser feliz?- y mientras lloraba, comenzó a caer en un profundo sueño.
Natsu llegó a su casa y fue directo a su habitación, ya que había sentido el olor de Sorano y le pareció raro que ella no estuviera en el gremio, ya que ella normal que a esa hora ella estuviera en el gremio, ayudando en la barra. Natsu entró en la habitación y encontró a Sorano profundamente dormida, así que trató de no despertarla porque pensó que ella estaba molesta, así que de la manera más sigilosa posible, fue al baño que se encontraba en la habitación y comenzó a ducharse. Después de un par de minutos Natsu salió del baño solo con unos pantalones de tela negra y una toalla en la cabeza, él estaba cansado, la falta de sueño le causaba dolor de cabeza, así que fue a dormir y la mejor manera de descansar era al lado de su esposa, Natsu se acostó al lado de Sorano y ella por costumbre e instinto se aferró a él.
Sorano comenzó a despertar, ella no sabía cuánto tiempo había dormido, lo único que sabía era que había pasado el mediodía, ella comenzó a abrir los ojos lentamente, pero su corazón se detuvo cuando vio que junto a ella se encontraba el hombre por el que había estado sufriendo todos estos últimos días, Sorano sin pensarlo se lanzó a abrazarlo mientras lloraba, Natsu se encontraba demasiado cansado, así que de manera inconsciente y mientras dormía correspondió el abrazo de Sorano para después acomodarse junto a ella mientras la abrazaba, ella extrañaba estar en los brazos de Natsu, así que siguió durmiendo a su lado.