Eres hermosa...

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Estoy en ese sueño de nuevo: en el patio del colegio rodeado por estudiantes que caminan en direcciones aleatorias, yo intento buscar a Kari pero no la encuentro. Me resigno y me dirijo a la escalera, me siento, y es ahí cuando escucho pasos detrás de mí y sus brazos rodean mi cuello a razón de abrazo. En mi oído susurra:

—Hola.

Despierto de golpe y lo primero que veo es a mi madre señalando el reloj con su dedo indice, y me grita:

—¡¿Hasta qué hora, Zack?! —levanta mis sábanas—. Llegarás tarde, vamos, levántate.

Me levanto de la cama sin ánimos y me dirijo al baño. Veo todo borroso y se me hace dificil distinguir las cosas, hasta que choco con la puerta del baño y alcanzo escuchar la risa de mi hermana.

Sandy, mi hermana menor, se ríe mientras me toco la frente por el dolor. Le digo que guarde silencio, que no le haré la competencia a su frentezota, entonces calla. Entro al baño y me lavo la cara unas cinco veces, me miro al espejo para asegurarme que estoy lúcido, logro ver mi reflejo y entonces sé que estoy bien despierto. Salgo del baño y me dirijo al comedor, está ahí mi desayuno: huevos revueltos y café en leche, con un emparedado de jamón y queso. Me los como muy rapidamente y regreso al baño para cepillarme los dientes, pero al entrar encuentro a Sandy mirandose al espejo y la logro escuchar:

—No tengo una frente muy grande —dice tocandose la frente.

—Sí que la tienes —le digo riendo—. Voy a cepillarme los dientes, ¿me permites?

Ella se aparta y entro y me cepillo los dientes con gran rapidez, me peino y por último me hecho una gran cantidad de perfume, porque como hoy me levanté tarde, no tuve tiempo de bañarme. Mi padre está esperando en el auto, me despido de mi madre y me dirijo con él quien me lleva al colegio. 

Ya en el auto, mi hermana le pregunta a mi papá:

—Papá, ¿verdad que no tengo una frente muy grande? —dice ella.

—Sí la tienes, ya no molestes —le respondo riendo.

—¡Tú cállate! —me grita—. ¿Verdad que no, papá?

—Claro que no, hijita —responde él.

—¡JA! Toma esa —me dice Sandy, quien luego de llegar al colegio se baja e ingresa.

Yo me quedo en el auto para reclamarle a mi padre.

—Sí la tiene, ¿por qué le mientes?

—Después se deprime —responde él.

—Pero verdad que sí tiene —le consulto.

—Claro —suelta risas—. Claro que la tiene.

Río con él y luego me bajo del auto para ingresar al colegio. Estoy en el patio central y comienzo a sentir mucho frío, está corriendo mucho viento así que saco mi abrigo de la mochila y me lo pongo. Mucho mejor. Ya formados, el inspector nos da las indicaciones generales para el día de hoy, después de algunos anuncios nos dirige cada curso a su aula deseándonos un buen día.

La primera hora tenemos libre porque el profesor está ocupado en una reunión que habla sobre las elecciones estudiantiles que serán dentro de poco. Aprovecho para completar tareas que lo hice en casa, por pereza. Miro a mi alrededor y noto que todos están haciendo lo mismo que yo, y suelto risas.

—Somos un desmadre —susurro.

—Sí que lo somos —me dice Bryan detrás de mí. Me asusto.

—Bryan, hola —lo saludo—. Casi me matas de un infarto.

—Estás recto —me dice—. Préstame el deber, me olvidé.

Y entonces la miréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora