Abrazo 3: ¿Qué Está Mal Conmigo?

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Narra Junta

¿Qué acaba de pasar?

Aquella pregunta me taladraba la cabeza.

Seguía en el estudio junto con Saijō-san, pero éste yacía profundamente dormido, usando mi pierna izquierda como almohada.

Probablemente ya era muy tarde, ya que el sonido de los autos era escaso, salvo por uno que otro conductor trasnochado.

Pero eso no importaba, no podía dormir ya que todo lo que había pasado en el día de hoy no salía de mi mente, y cada vez que cerraba mis ojos, los recuerdos volvían a mí como disparos, pero sobre todo ese.

Ese intento de besar a Saijō-san.

¿Por qué hice eso? ¿Por qué quería besarlo? O mejor dicho, ¿por qué quiero besarlo?

... Pensándolo bien, no sólo quiero besarlo.... quiero abrazarlo, quiero sostener su mano, quiero conocer cada parte de él, saber todo sobre él.

Ahora mismo moría por acariciar su pequeña cabeza y cuidar de sus sueños.

Se veía increíblemente tierno al dormir.

... En aquel momento, vi miedo en su rostro... Eso quiere decir que... no solo lo sentí, cuando eso pasó en verdad me estaba convirtiendo en una bestia.

¿Qué es lo que está mal conmigo?

Somos dos hombres, y de seguro el ha de tener a un millón de chicas tras él y alguna de ellas le ha de gustar, alguien tan atractivo como él no debe de estar solte-... tengo que dejar de pensar en ese tipo de cosas.

Aún así... ¿qué es esto? ¿por qué me siento así? ¿por qué me duele el pecho cuando estoy junto a él? ¿por qué el cielo se ha vuelto tan escandaloso?

Dislumbré en el piso la lata vacía de chocolate caliente de la cual los dos habíamos bebido, la tomé y miré la boquilla. Técnicamente, al beber ambos del mismo sitio, nos habíamos dado un beso indirecto.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro debido a ese pensamiento.

Bajé mi mirada hacia Saijō-san, fijándome en la parte de su cuerpo que no estaba cubierta por la chamarra que le había dado, y vino a mi mente su espalda desnuda al cambiarse de ropa para ponerse su uniforme.
Era pálida y algo pequeña, al igual que su cintura, pareciera que nunca come ya que es increiblemente delgado.

En ese momento, ni ahora podía apartar la mirada.

- ... Supongo que acariciarlo un poco no hará daño. - Dije en un susurro.

Mi mano se movió hasta su cabeza y comenzó a acariciarla, a jugar con su negro y sedoso cabello.

Solo había una cosa de la que estaba seguro.

Esa pared de cristal que me mantenía separado del mundo real, se rompió al conocerlo.*

Abrí mis ojos lentamente, acostumbrándome a la cálida luz de la mañana.

Nuevamente no sabía qué hora era, pero era ya de día.

Volteé a ver a Saijō-san, quien seguía en la misma posición de antes, pero ahora mi diestra estaba posada sobre su pequeña cabeza.

Él en verdad estaba cansado, una vez acabó de comer la galleta que le había dado, cayó profundamente dormido y seguía igual.

Su respiración era tranquila y profunda, me llenaba de una extraña calma.

Pasados varios minutos vi como se movió lentamente y abría un poco sus ojos.

Muy Juntos Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora