Segundo Especial: El Pavo de Navidad Más Delicioso

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Antes de leer:

Este capítulo se sitúa antes del titulado "Preparativos" y es acerca, básicamente, de cómo Junta deja en silla de ruedas a Takato.

Al final, me quedó algo largo, así que les recomiendo que lo lean cuando tengan suficiente tiempo.

Perdónenme si aún el lemon es muy malo.

Ya sin más, disfruten:

Narra Takato

Tan solo con atravesar la puerta de mi casa, aventé mi bolso a una esquina remota de la sala y me dejé caer sobre el sillón.

Estaba exhausto.

Daba gracias de que ya era viernes y de que el periodo de exámenes ya había terminado.

Pero, aun así, recordar a Ayagi presumiendo que había sacado noventa y ocho en el examen de cálculo diferencial, sin si quiera haber abierto el libro, hacía que mi sangre hirviera.

¡Yo me había pasado toda la maldita noche estudiando para a penas pasar con un sesenta!

Y obviamente, Chunta había sacado cien.

Solté un bufido y me reacomodé en el sillón, acostándome sobre este.

Hablando de Chunta... no lo había visto desde que las clases terminaron...

Hoy no había quedado de tener clase de natación con él, así que estaba seguro de que, por lo menos, no lo había dejado plantado.

Pero, entonces, ¿en dónde diablos se había metido?

Era muy raro que no me hubiera secuestrado, o que ni si quiera me hubiera llevado a mi casa.

Me levanté del sillón, con la intención de ir hasta mi bolso para sacar mi celular de este, pero, justo al levantarme, mis ojos dirigieron toda su atención a una especie de camino formado de capacillos con pastel adentro.

La curiosidad me invadió, además de que tenía hambre, por lo que, después de pensarlo unos segundos, comencé a seguir el camino, comiendo uno que otro cachito de pastel y sosteniendo otro entre mis brazos.

Los capacillos recorrían toda la planta baja y seguían por las escaleras, para continuar en el corredor de la planta alta y terminar en la puerta de mi cuarto, la cual, estaba cerrada.

Llevándome otro pedacito de pastel a la boca y chupándome los dedos, giré la perilla y abrí la puerta sin prisa alguna.

En mi habitación, un olor dulce dominaba el ambiente y una agradable calidez me envolvió.

Mirando en el interior, me percaté de que había un montón de comida sobre mi escritorio y un ángel moviendo sus alas, sentado en la orilla de la cama con una gran sonrisa.

-Buen trabajo, Takato-san -saludó Chunta, estirando sus brazos en una invitación a que fuera con él.

Dejé los capacillos que cargaba sobre el escritorio y me dirigí a ese tonto ángel para aceptar su abrazo.

Él me sentó sobre sus piernas cara a cara, y yo no opuse resistencia alguna. Solo me acomodé mejor sobre él y recargué mi mentón sobre su hombro.

Sus brazos me envolvieron cálidamente y sus manos frotaban mi espalda con cariño.

-Tuviste un día pesado, ¿verdad? -inquirió, besando mi cabeza.

Mi orgullo me decía que me separara de él y que impidiera sus besos y caricias a toda costa...

Pero estaba muy cansado, sin mencionar que a mi corazón le gustaban mucho sus muestras de amor, por lo que me resigné, y me dejé dar cariño.

Muy Juntos Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora