Arde

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Arde mi triste corazón cuando te pienso,

e imagino que duermes en mis brazos.

Quema como la escarcha en el invierno,

como la flama ígnea de un brusco fogonazo.

Arde cuando en mi mente se proyecta,

el esbozo del niño que quisiera.

Y el recuerdo ficticio me consume,

reduciendo a cenizas mi alma entera.

¡Arde, Mi Dios, como me quema!

el cuerpo cuando sufre los estragos,

de esta amarga y lacerante ausencia

que torna mis días más aciagos.

Arde la soledad, la inexistencia,

la marca que en el vientre ha dibujado

la ausencia del retoño más valioso,

el que solo la muerte ha cosechado.

Poemas de dolor y sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora