Lapis se encontró de pie frente a un antiguo edificio de almacenes de moda. Revisó dos veces su teléfono. Entre los memes, encontró que esta era definitivamente la dirección que Steven le envió ayer. ¿Cómo diablos era el alquiler de sólo 300 dólares?
Esperó un rato a que apareciera Steven. No era propio de ella conocer a una extraña sola. Honestamente, no estaba en ella vivir con una extraña. Pero la renta era gloriosamente baja... eso le daría suficiente tiempo con sus escasos ahorros para encontrar un trabajo decente. Un escalofrío corrió por su columna vertebral. "No puedo volver a la tienda", murmuró. Aquellos eran días oscuros, sobreviviendo al bachillerato y trabajando para el diablo. Días oscuros...
Las chanclas anunciaban la presencia de Steven antes que su propia voz.
"Lapppyyy!" Canturreó, antes de envolver sus brazos alrededor de la mitad de ella. Lapis se sorprendió de que ya estuvieran abrazados. Ella lo abrazó con una pequeña sonrisa. Este joven de catorce años era probablemente su nuevo mejor amigo.
"Hey".
"¡Vamos Bob!" Dijo tomándola de la mano y llevándola a la puerta principal del edificio. Pensó en corregir su error, pero... podría ser Bob. Nueva vida, nuevo nombre. Pensó en las posibilidades con demasiada seriedad mientras se veía arrastrada por un par de escaleras que crujían.
En cada descansillo había dos puertas. Mientras seguían subiendo, Lapis pensaba mentalmente en todas sus cosas. Ugh. Al menos no tenía mucho a su nombre. Lo que podría caber en un apartamento de un dormitorio. Finalmente se detuvieron en el cuarto y último piso.
Lapis tenía ganas de vomitar. No sabía por qué estaba tan nerviosa. Había muy pocas posibilidades de que siguiera adelante con este loco plan. Pero estaba un poco desesperada...
Steven sacó un juego de llaves de su mochila, que Lapis de alguna manera acababa de notar que tenía la forma de una hamburguesa gigante, e insertó una en la cerradura. "¡Peridot! ¡Estamos aquí!" Grito en lugar de llamar a la puerta. Después de unos segundos y tras escuchar una respuesta, giró la llave y la abrió.
Lo primero que Lapis notó fue la gran cantidad de espacio. El techo era muy alto, con conductos expuestos y vigas de apoyo que harían desmayar a cualquier hipster. Las paredes eran de ladrillo, sin pintar y sin enlucir, y el suelo era una extensión de suelo de madera de baja calidad pero auténtica.
A su izquierda había una pequeña y sencilla cocina, situada junto a lo que parecía ser una pequeña habitación que se construyo cuando el edificio se convirtió en una vivienda. ¿Un baño? A su derecha, había un área elevada (Altillo/Desván). En la parte superior había un viejo sofá, un televisor de tubo y unos estantes metálicos repleto de cajas, en las cuales había VHS. ¿Se estaba mudando con una anciana? ¿Una especie de gremlin nostálgico de los 90? Bajo el desván había unas cuantas cortinas de ducha colgantes que funcionaban como separadores de espacios. Entre un hueco en la... más bien ecléctica colección de cortinas, vio una simple cama con un edredón verde. Al menos eso era relativamente normal.
Frente a la puerta principal, bajo los grandes ventanales que ocupaban la mayor parte de la pared lejana, se encontraba un ordenador de gama alta que le aseguraba a Lapis que su posible nueva compañera de cuarto no era una viajera del tiempo. Sentada en el escritorio, ajena a los recién llegados gracias a unos auriculares y a una especie de extraño videojuego, estaba Peridot.
Lapis pensó primero que obviamente no se iban a llevar bien. Peridot vestía una camisa de manga corta, con cuello que le quedaba demasiado bien a la mujer bajita, como si hubiera sido hecha a medida, y no, digamos, comprada de segunda mano por unos cuantos dólares, como la falda "boho" de Lapis y su cazadora. Tenía el cabello rubio corto, con algún tipo de producto (¿Gomina?) que le daba un aspecto limpio. Sus pantalones parecían planchados. El aspecto general del espacio fue uno de los grandes problemas que tuvo Lapis. Una sobreabundancia de plantas. Lapis se esforzó mucho para que todo eso le importara una mierda.
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Pyrohydriscence
FanfictionLapis lo pierde todo: su coche, su apartamento, el control sobre su propia vida... lo que nunca pensó tener, era una compañera de piso.