Capítulo 5

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—Joder

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—Joder... —suspiró ella tapándose una parte de la cara con el codo.

Estaba estirada en la cama, a un lado, tocando el suelo con la mano libre y el pie derecho. El otro lo tenía sobre el colchón.

Llevaba tres semanas sin regresar al local «Sadistic!». Y eso que había estado frecuentando por dos meses y algo más; cada siete días estaba allí. Se sentía vacía, perdida e insatisfecha. Sabía que quería ir, que quería sentirlo; tanto dentro suyo invadiéndola como fuera golpeándola. Sentía una especie de desesperación que hacía años que no sentía. Lo anhelaba. Pero su orgullo enrevesado no la dejaba actuar.

Las marcas de los latigazos habían desaparecido casi por completo y eso la estaba, de cierta manera, decepcionando. Le gustaba mirarse al espejo y verlas ahí, presentes, rememorando buenos recuerdos que seguramente no volvería a saborear. Cada vez que las observaba la dejaban con la miel en los labios e intentaba reprimirse. Cerraba los ojos y se embargaba con el sentimiento de aún sentirlo a su lado, humillándola, haciéndola sentir completa. Y, sobre todo, sus besos. Oh, cuando empezó a besarla... Un día porque sí, Katsuki, buscó su boca y la encontró.

El verano había llegado y empezaba a quedar extraño que evitara ir a la playa o a la piscina. Sobre todo porque ella amaba el agua. Yui estaba aún más escéptica con su amiga, cínica. No se acababa de fiar de la versión que su compañera le daba. Pero pronto dejaría de sospechar, porque todas esas marcas desaparecerían. Eran prácticamente invisibles.

Mika se sentó en la cama y apoyó la espalda en la pared, pegando las rodillas al pecho, rodeándolas con los brazos para esconderse de la realidad.

¿Por qué?

¿Por qué había decidido acabar así? Ella ni lo había visto. ¿Por qué no la dejó explicarse? Resopló.

—Joder —repitió. 

Esa palabra es la que más había estado diciendo las últimas semanas y, aunque no era una chica a la que se la pudiera llamar exactamente refinada y santa, no era tan habitual escucharla decir eso.

Mika quería quitárselo de la cabeza. Quería deshacerse de su voz. Quería deshacerse del sabor de sus labios. Quería deshacerse de la sensación de sus toques, de sus golpes. Y a la vez no. Se mordió el labio inferior al pensar en todos los lados de la sala donde lo habían hecho. Meneó la cabeza con fuerza y apoyó su frente en sus rodillas, tratando de pensar en otras cosas.

Quería pero no quería, podía pero no podía. Tenía los medios pero no los usaría. Estaba confusa y perdida; sus sentimientos estaban jugando con ella y Mika no sabía cómo parar. 

Por culpa de todo eso, los exámenes no le fueron como le podrían haber ido. Hiryū era alguien inteligente y se las había apañado con pinzas que sujetaron los hilos de la esperanza que pudo conseguir. Aprobó con notas relativamente aceptables, aunque Mika era competitiva y no se conformó con eso. Sin embargo, su cerebro no daba para más. Este último estaba en otra parte. En una persona en concreto.

sadistic! ; bnha (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora