Capítulo 2

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Ese chico se fue acercando nuevamente a ella arrastrando algo con él

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Ese chico se fue acercando nuevamente a ella arrastrando algo con él. La joven tragó saliva y trató de respirar hondo, aún con la curiosidad carcomiendo su ser. Aguardó a que hiciera el siguiente movimiento, expectante. Prácticamente ya no le importaba estar desnuda.

Como le había dicho su amiga rubia, se olvidó por completo de ella.

No veía nada y eso aumentaba su sensibilidad. Sin contar que, desde que había descubierto que el dolor era su placer y que estaba a punto de experimentarlo, la excitación no cabía en su propio cuerpo. Estaba ansiosa.

De un momento al otro sintió la cabeza del chico sobre la suya, sus manos sobre su espalda y sus piernas entrecruzándose con las suyas. El muchacho ascendió sus extremidades por sus hombros, haciendo presión para que la cuerda quedara bien ajustada, y estas rodearon sus axilas y se cruzaron en sus pechos, como un sujetador. Después, las múltiples cuerdas descendieron por su abdomen, cruzándose de nuevo —dejando ver suficiente piel para acariciar— y se precipitaron velozmente a su la pelvis, donde se enroscaron hacia arriba y se colocaron justo debajo de los glúteos para volver a subir y, cuando él se cercioró de que no se caería y que ella estaría inmovilizada, creó un nudo que la hizo erguirse de pronto.

Mika sentía que tenía un arnés que, más tarde, le dejaría marca en el cuerpo. 

Le temblaban las piernas, las manos, los labios. No del miedo ni del temor, sino de la emoción. La emoción de poder sentir al fin lo que nunca le habían dado. Intentó calmar su respiración agitada, su corazón acelerado y la necesidad que empezaba a notar que sentiría próximamente.

La piel se le erizó y se estremeció con tan solo pensar que todas y cada una de las personas detrás de las puertas serían así. Ese lugar era más maravilloso de lo que se pensaba.

No había palabra que pudiera describir lo que estaba sintiendo. No había adjetivo, y si alguno vagaba por la lengua, ella no podía pronunciarlo; no podía pensar en nada, estaba en blanco. Estaba sin aliento de lo ansiosa que se encontraba. Lo deseaba. Lo anhelaba con fuerzas. 

Estaba siendo —por el momento— una experiencia fascinante. Tragó saliva y dejó que la punta del látigo rozara su espalda; se mordisqueó los labios y soltó un suspiro para relajarse. El no ver y no saber lo que podía suceder a continuación era una sensación excitante.

Podría resultar extraño, incluso sus gustos podrían ser vistos con malos ojos. Sin embargo, ¿qué importaba? Si una persona disfrutaba, en este caso Mika, no se estaba cometiendo ningún mal.

La mano de él se deslizó por su cuello y ella se dejó guiar por esta, ladeando la cabeza, sintiendo cómo le acariciaba la piel con fuerza. Notó la nariz del muchacho rozar la curvatura entre su hombro izquierdo y el cuello y después un pequeño mordisco. Mika volvió a mordisquearse los labios y tragó saliva.

El chico siguió bajando y le acarició los pechos con la yema de sus dedos, formando círculos sobre ellos con cierta presión. Mika no pudo evitar dejar ir un gemido y, sin saber si sentirse aliviada o frustrada, él descendió hasta su abdomen para finalizar en su intimidad. Tenía la sensación de que él la estaba observando y lo estaba disfrutando tanto como ella.

sadistic! ; bnha (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora