Soltó un bostezo de forma demasiado sonora y dramática y los de su alrededor la miraron de reojo. Mika se limitó a devolverles la mirada y a encogerse de hombros. Estaba cansada y no podía ocultarlo.
Se frotó un ojo con la mano y bebió de su café cuyo vaso llevaba su nombre: necesitaba despertarse si quería recorrerse toda la ciudad. Eran apenas las siete y, aunque Hiryū se había alzado a las seis y se había dirigido al local al cual no había querido ir desde hacía semanas, no había conseguido nada. Y no sabía qué es lo que más la había sorprendido: si enterarse de que «Sadistic!» estaba abierto las 24 horas del día o de que ya hubieran personas haciendo cola. Mika había rodeado el edificio al recordar que la recepción estaba fuera y rápidamente fue atendida. E insistió. Insistió y persistió todo lo que pudo, pero se negaron a darle información privada cuando, literalmente un día atrás, la jefa del local le había largado media vida privada de la antigua estrella del establecimiento.
Y a Mika se le presentaron dos opciones: 1) No sabían lo que su jefa había hecho porque esta no había querido perder el orgullo de haber ido a buscar ayuda a una simple estudiante o 2) Ese era su férreo y riguroso reglamento.
Suspiró amargamente, pero estaba atenta a su alrededor, pues las personas se pegaban las unas con las otras y ese era motivo para tener un tercer ojo por si acaso. Cualquiera podría robarle alguno de los pocos objetos importantes que portaba encima. Y aunque a Mika le gustaba más el autobús o el tren, debía ir de esa manera porque era el camino más rápido.
Volvió a bostezar. Era demasiado temprano. Sabía que, si seguía así, la parada en la cual debía bajarse pasaría de largo y ella se encontraría sobando en una esquina del vehículo. Este último frenó bruscamente como si le hubiera leído los pensamientos, y quisiera despertarla, y Mika pidió perdón de forma desganada cuando empujó a la persona que tenía al lado.
—No importa —sonrió esta con sosiego y timidez—. Es imposible no chocar con el de al lado cuando tanta gente va a trabajar —comentó. Ella alzó el rostro para mirar al dueño de esa voz: era un chico con aire agradable y relativamente tímido.
El metro volvió a ponerse en marcha.
La chica asintió, concordando con él. Bufó y bebió un poco más de café.
—Creo que me estoy agobiando con tantos cuerpos juntos —bromeó ella devolviéndole la sonrisa al muchacho—. Soy Mika, Hiryū Mika.
—Yo me llamo Izuku, Midoriya Izuku —balbuceó.
El metro frenó con violencia por segunda vez y ella se inclinó nuevamente hacia el chico adorable de cabellos verdosos. Y todo el café que le quedaba en el vaso se vertió sobre él. Izuku se sobresaltó, se quitó la chaqueta que llevaba y, por instinto y para no molestar a los demás, se bajó del vehículo; Mika lo siguió.
—Oh, Dios mío, oh, Dios mio —murmuró sin saber qué hacer. Lanzó el vaso a una basura de reciclaje y miró la camisa blanca manchada de un líquido que no cesaba de extenderse—. Dios mío, ¡lo siento mucho! —exclamó buscando un pañuelo en sus bolsillos—. Deja que... Deja que encuentre un... —balbuceó—. ¿Crees que alguien tendrá...?
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sadistic! ; bnha (+18)
Fanfictionsᴀᴅᴏᴍᴀsᴏϙᴜɪsᴍᴏ es un acrónimo de los términos sᴀᴅɪsᴍᴏ y ᴍᴀsᴏϙᴜɪsᴍᴏ, en el cual una persona obtiene placer al ser dominado o maltratado. ᴅᴏᴍɪɴᴀᴄɪóɴ y sᴜᴍɪsɪóɴ hacen referencia a una serie de comportamientos, costumbres y prácticas sexuales centrada e...