10.-Calamar

291 12 70
                                    

Violette se despertó de golpe y lo escuchó. Todo el suelo estaba temblando con fuerza, sacudiendo casas, nieve, gente...

Era un caos. Comenzaron a formarse grietas en el suelo y ruidos indescriptibles se escuchaban a lo lejos. Inquietada por el fenómeno, se levantó a toda prisa.


Violette: ¡AAGH! ―exclamó alarmada, saliendo de las sábanas rápida como una flecha― ¿¡Q-Qué ha sido eso!?


Completamente asustada, se asomó por la ventana. Lo que vio la dejó sin palabras, con los ojos abiertos como platos.

Tentáculos. Tentáculos gigantes, enormes, colosales, se tambaleaban frenéticamente, con ira y velocidad, asomándose por las olas del mar. El cielo estaba cubierto por nubes negras y la nieve caía como balas desde el cielo.


Violette: ¡Rocma! ¡ROCMA! ―trató de despertarla mediante sacudidas, pero era inútil. Estaba dormida como un tronco.


Con Peraco pasaba lo mismo. Se le caía la baba y no había indicio alguno de que fuera a despertarse por nada del mundo.

¿Pero cómo diablos podrían dormir ante semejante calamidad?


Violette: ¡¡¡ROCMA, JODER, DESPIERTA!!! ―gritó histérica, con una expresión de completo pánico, con lágrimas y una pequeña vela de mocos saliéndole de la nariz. La zarandeaba con fuerza constantemente, pero no funcionaba― ¡¡¡GYAAAAAAH!!!


Con las manos llevadas a la cabeza, lo único que podía hacer era ser presa del pánico.

Pero, entonces, un fuerte sentimiento instintivo atravesó su cuerpo. No sabía exactamente qué estaba sintiendo, pero algo le decí que debía salir de ahí. Que él estaba en peligro.


Violette: ¡OH NO, IDATE!


Violette salió pitando de la casa de Peraco, aún en pijama, y corrió a toda velocidad sin rumbo fijo. No sabía dónde podría estar él, pero aun así era evidente que no podía estar muy lejos.


Violette: ¡Idate, Idate! ―le llamaba ella entre lágrimas y las mejillas encendidas mientras corría y corría en su busca.


Con un llanto ahogado y la ventisca en su contra, la chica iba perdiendo las fuerzas poco a poco.

Hasta que escuchó su voz.

Esa voz profunda y grave que tanto le gustaba.


Idate: Je... Sé que voy a morir ―comezó hablando, con una mirada llena de determinación―, pero  no me sacrificaré sin antes hacerte sufrir lo máximo posible.


Violette lo observó con los ojos abiertos como platos, no tenía palabras. Él se encontraba deante de aquel monstruo aterrador, de enormes tentáculos, que tenía los ojos inyectados en sange y que gritaba y rugía por comida.

Sabía lo que la orca estaba a punto de hacer, aquello que le contó ese día en casa de Rock.


"Será la ocasión perfecta para pagar por todo lo que le he hecho a esta isla."


❣La hija de Satanick❣ Funamusea y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora