DIECISÉIS

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Era viernes y Yuta creyó que era una buena idea ir a clases después de tres días desaparecido de la faz de la tierra. Ahora sonreía igual que siempre, había dejado de lado su miseria en casa de Taeil y había regresado a su propio hogar. En esos momentos estaba tan atrasado en clases que no entendía mucho de lo que hablaban, pero aún así se mantuvo positivo. ¡Tenía que ser optimista hasta el sábado! Yoonoh y Kun quedaron de pasar por él a escondidas de Sicheng para que todos pudieran salir a buscar un traje para la fiesta y poder estar a la altura de aquella cena de gala.

Yuta recogió sus instrumentos de trabajo en su estación, acomodaba todo en su mochila y portafolios para poder salir y encontrar a sus amigos en el centro comercial. 

—Nakamoto —escuchó la voz de su amigo Johnny.

—Ey, John —le sonrió tan contento como siempre.

—¿Por qué apareces hasta hoy? Estuve algo preocupado —dijo un tanto serio.

Johnny era de sus pocos amigos dentro de la universidad, el japonés pasaba todo su tiempo de clases con él, pero en el momento de salir de aquel lugar ninguno se frecuentaba demasiado.

—Discúlpame, ahora estoy de vuelta —le sonrió y el americano asintió satisfecho, se despidieron y tomaron un camino diferente.

Yuta caminó hasta llegar a su auto, subió y partió hacia su destino. Kun no paraba de enviarle mensajes diciéndole que se apurara porque tenían muchas ganas de verlo y saludarlo, aunque claramente eso no convencía del todo al japonés, pero aún así se dio prisa hasta llegar al centro comercial.

La fiesta a la que asistirían tenía un dress code bastante específico, así que era obvio que no los dejarían pasar si no iban presentables y con trajes de sastre. De un momento a otro Yuta y sus dos amigos comenzaron su búsqueda del traje ideal.

—¿Qué tal un smoking negro? —sugirió Kun viendo los trajes que ofrecía la tienda.

—¿De verdad, amarguete? Si voy a gastarme todo el dinero del mes lo haré valer la pena —hizo una mueca casi indignado y siguió rebuscando entre las prendas.

Yuta se sentía extraño, era raro el estar buscando un traje para la fiesta de compromiso de la perosona a la que más había amado.

—Debería estar buscando el traje para anunciar mi compromiso —dijo Yuta algo enojado, los otros dos le entendieron y lo animaron una vez más.

Kun y Yoonoh tenían la —no tan— simple tarea de mantener a Yuta bajo la falsa verdad, si es que eso llegaba a tener sentido. Era algo cruel el hecho de hacerle creer hasta el último momento que todo aquello era real, pero bueno, esperaban que no se molestara demasiado. Al final se entiende que las cosas suceden por y para algo, así que solo esperaban que, al final, todo valiera la jodida pena; cada enojo, cada rechazo y cada paso en el camino. Yuta estaba dispuesto a jugársela por Sicheng, no dejaría que se fuera así como así. ¡Yuta no le regaló meses enteros en vano a Sicheng!

Después de ver, probar, cambiar y volver a buscar algún traje, los tres llegaron al indicado. Yuta se escogió uno de pantalón café palo, una camisa azul celeste acompañada por una corbata dorada y un saco de sastre azul marino con detalles dorados. Incluso Kun y Yoonoh llegaron a la conclusión que aquel era el traje perfecto y nadie en el mundo —ni siquiera Sicheng— podría resistirse a él. Kun optó por un sencillo smoking blanco con detalles en negro, era algo sencillo, pero elegante a fin de cuentas. Hacía ver la personalidad que Kun tenía, alguien tranquilo y elegante al mismo tiempo. Yoonoh no encontró nada que fuera tan lejos de lo tradicional y común, por más que buscó y por más que el dueño de la tienda le ayudó no pudo encontrar algo colorido y fuera de órbita, según él, así que al final optó por un smoking azul turquesa de rayas blancas que formaban cuadros, aunque prefirió dejar el moño y solo llevarse lo demás, al menos marcaría una pequeña diferencia.

Salieron de la tienda un tanto agotados y con las billeteras casi vacías. Yuta los invitó a comer para terminar bien el día, pero los otros dos tenían un plan un tanto diferente.

—Hicimos una cita en una peluquería —dijo el menor sonriendo, Yuta no supo si aterrarse o seguir sonriendo.

—¿Te cambiarás el tinte? —preguntó un tanto inocente, esperando que no lo incluyeran en el plan.

—Sí —dijo, el mayor se sintió un poco tranquilo—. Y tú también —la calma desapareció.

—¿Qué? Creo que me gustaría quedarme con el rojo por un tiempo más —intentó zafarse, pero poco sirvió.

—El rojo se te ve fantástico, Yuta, eso nadie se atrevería a negar —el coreano apoyó su palma en uno de los hombros del japonés—. Pero queremos algo nuevo, algo que deje a Sicheng más que sorprendido, ¿qué dices?

El japonés juntó sus labios en un mohín mientras analizaba la oferta, al final le pareció una buena idea, a fin de cuentas terminaría cambiando su color de tinte. Aceptó ir a la peluquería y conseguir un nuevo estilo de cabello. Intentó convencer a sus amigos de lo bien que se vería con un recorte de cabello, pero ni siquiera Kun lo apoyó en su idea. El cabello de Yuta había crecido sin parar en los últimos meses y ni siquiera él mismo se había dado cuenta de lo largo que estaba, incluso se podía hacer una pequeña coleta en la parte trasera, si su hermana menor fuera una niña normal no dudaría en dejarla hacerle trenzas y pequeños peinados, pero conociendo a Mizuki la creía capaz de cortarle los mechones de cabello sin compasión.

Los tres amigos llegaron a una de las peluquerías que el menor de los tres solía frecuentar para su cambio de tintes casi mensuales y los tratamientos que usaba para mantener sano su cuero cabelludo. Las chicas del local los recibieron puntuales y Yuta solo pidió que su cabello volviera a ser castaño chocolate. Yoonoh pidió un nuevo tinte y las estilistas pusieron manos a la obra.

El japonés sabía de antemano que el visitar una peluquería para un tratamiento como el que estaban pidiendo era algo demorado, tenía tanto tiempo sentando en la misma silla que sentía sus nalgas entumecidas, se movía cada dos por tres para buscar una posición más cómoda, pero ni siquiera eso le ayudaba un poco. A su lado, Yoonoh tecleaba en su teléfono, él y Kun habían mantenido a Sicheng y Taeil al tanto de todo, el chino estaba tan emocionado como todos los demás y Taeil seguía sorprendido con lo que planeaban.

Para Sicheng el estar tanto tiempo sin ver al mayor era algo extraño, había comenzado a sentirse de nuevo en soledad y supo que era algo que quería olvidar, extrañaba a Yuta y era algo difícil de aceptar, pero era así.

—¿Quieres que arregle tu cabello? —preguntó la chica detrás del japonés. Sonrió y asintió.

La chica conectó una secadora y una plancha para cabello y comenzó de nuevo con su trabajo. Yuta estaba encantado con el tinte que escogieron para él; había pedido que le pusiera el mejor castaño que tuvieran y sí que estaba satisfecho con el resultado. No era un castaño oscuro, pero tampoco uno tan claro, era justamente lo que Yuta tenía en mente y no podía estar más feliz.

Yoonoh se fue por un gris platinado, el lila por fin se había ido y no podía esperar a que Taeyong lo viera. Aunque el menor seguía convenciendo a su novio de qur volviera al rojo, aunque ahora aquel color le recordaría a Yuta. Y por ende a Sicheng. Y por ende a todo el desastre que Yukhei provocó. De solo pensarlo soltó una risilla cautelosa y siguió mensajeando con Taeyong y Sicheng.







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Llamada Al 119. ((yuwin))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora