La marca del cerbero

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Las esfinges, Storr y Abraham al correr hacia la entrada principal de la Legión escucharon los rugidos del oso centinela. Entraron por un via, en su mayoría eran casas construidas con ladrillos de piedra, algunas eran de dos pisos. Se pegaron a la pared de la casa mas cercana y se acercaron lentamente, el oso cayó rendido y él, junto con su luz, se habían extinto. No lograron ver la causa, todo estaba en silencio. Storr asomó la cabeza, enseguida le fue lanzada una bola de fuego, pero chocó en la pared a centímetros de su rostro. Retrocedió y puso el espadón en su hombro derecho.

–¿Qué fue eso? –Preguntó, curioso y temeroso a la vez Abraham.

No lo sé, podrían ser muchas cosas. Una bomba incendiaria o un mago – Respondió Storr.

Se escucharon voces en diferentes tonos, algunas susurraban, otras gritaban despavoridas. Frente a ellos se formaron unos círculos con símbolos luminosos en el suelo. De ellos salían esqueletos ennegrecidos con auras grises. Storr, de un solo movimiento, los partió con su voluminoso espadón. Kytzia recitó un conjuro, haciendo que Storr y Abraham quedaran sordos por unos segundos. Kytzia rugió fuerte, Storr se asomo en el momento y pudo ver al tirador, que se encontraba en lo alto arrodillándose luchando por no desmayarse mientras se tapaba los oídos.

El rugido de la esfinges llega a ser devastador, dejando débil a sus enemigos a tal grado de matarlos, espantarlos de forma exagerada y paralizarlos. Los cuatro cruzaron rápidamente el pasillo para cambiar de posición.

–¿Pudiste verlo?– Asim pregunto.

–Es un piromántico con armadura y el maldito también es invocador. Hay que mantenerlo ocupado. No dejen que hable ni que tampoco prenda su llama– advirtió Storr

Asim empezó a elevarse con sus alas, Kytzia permaneció en tierra . Storr le hizo la señal a Abraham de que lo siguiera. Corrieron al edificio mas cercano. El piromántico al ver movimiento abrió sus manos y de ellas nacieron llamas, las cuales lanzo con fuerza. Storr empujo a Abraham dejándolo detrás de un muro. La primera llama la esquivo pero la segunda la golpeo con su espadón, haciendo que desapareciera al contacto. Kytzia volvió hacer el mismo conjuro de protección auditiva y rugió. El piromántico gruñía de dolor , Abraham y Storr corrieron al torreón donde se encontraba. Subieron las escaleras, de nuevo los círculos se formaron en el suelo y en las paredes. Abraham comenzó a disparar, cuidando mucho su puntería. Su idea de sumergir las flechas en sal había resultado mejor de lo que esperaba. Los no muertos chillaban de dolor, quemando sus huesos y eso impedía su salida de los portales. Por delante iba Storr. Se abrían paso a cortes y disparos. Al llegar a lo alto el piromántico trato de conjurar mas portales pero Storr le dio un brutal espadazo en el pecho. No lo corto, solo aboyo el peto. El golpe lo empujo hacia una ventana haciendo que cayera. Asim lo atrapo con sus garras, comenzó a descender azotándolo en el suelo.

Abraham al estar abajo del torreón, no dejo de apuntar con su ballesta al enemigo. El piromántico prendió una llama para carbonizar al chico por completo, al dirigirse a el Kytzia le dio un zarpazo en el brazal de la armadura, Abraham saco la daga electrificada, la activo y con un solo toque en el yelmo electrifico toda la armadura dejando inconsciente a su portador. Los cuatro se vieron, Storr comenzó a levantar a aquel hombre, sosteniendo uno de sus brazos, Abraham se decidió a ayudarle, el yelmo pesaba bastante. Se encaminaron a la arena, llegando a la parte trasera de la misma había una pared ilusoria. Asim se paro frente a ella; desapareció y dio paso a un elevador. Los cuatro se subieron, la plataforma comenzó a bajar cuando pisaron una placa de presión.

Mientras tanto afuera de la legión.

Gabriel salió de los arbustos, silencioso como el humo. Tomo al primer hombre, tapando su boca y cortando el cuello con su tomahawk. Helena fue por el segundo, tirando de su espalda arrugando su camisa de mezclilla, atravesando su cuello con la daga. Tanto Gabriel como Helena dejaron caer lentamente los cuerpos para no hacer ruido, arrastrándolos a los arbustos. Siguieron avanzando con cautela hacia donde se encontraban la mayor parte de los invasores pero Gabriel pudo identificar al no muerto. Le hizo una señal de ocultarse a Helena. Moviendo su mano, indicando con su dedo índice y medio en dirección a un conjuntos de matojos. Segundos después el no muerto volteo y comenzó a mirar a todos lados. Notaba que dos hombres faltaban. Se dirigió hacia donde se encontraban Gabriel y Helena. Prendió una antorcha pero no logro verlos, a pesar de que estaban a pocos metros. Gabriel con el paso de los años aprendió que incluso la respiración podía revelar la ubicación, por supuesto que este conocimiento se lo paso a Helena solo que Gabriel tenia siglos de experiencia. Helena inicio con calmar su respiración. Pudieron notar que el no muerto estaba armado con una espada y un gran hacha, vestido con pieles gruesas, una capucha negra y protegido por hombreras y brazeras de acero negro. De gran estatura, ojos azul pálido brillante, en su rostro faltaba la piel en la mitad de la frente hasta la mejilla izquierda, dejando ver parte del cráneo y la mandíbula con las encías moradas. En lo poco que no tapaban las pieles se veían en su pecho putrefacto un tatuaje.

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⏰ Última actualización: May 22, 2020 ⏰

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