Roseanne Ackerman, una niña de 11 años, con cabello ruliento rojo hasta los hombros, unos preciosos ojos oscuros, y pecas sobre su nariz, despertó como cualquier otro día, sola en el orfanato. Abrió los ojos lentamente, y no pudo evitar sonreír. ¡Ese día tendría una nueva oportunidad de encontrar a su papá! Se levantó de su cama de un salto y se agachó para sacar el baúl que tenía debajo de su cama, del cual sacó la última posesión que tenía de su madre, Amelia Ackerman, la mujer que había muerto dejándola en el orfanato.
Rosie se preguntaba todos los días que le había pasado a su mamá, ¿cómo había muerto? ¿por qué había muerto de esa manera tan repentina, a los pies de un orfanato? Pero solo se podía contentar con las respuestas que le daban las señoras que la cuidaban a ella y a los demás niños en el orfanato: "debe haber estado muy enferma, cariño. Ella quiso dejarte en un lugar mejor antes de irse al cielo"
De todas maneras a Rosie eso le parecía extraño, pero había aprendido a no intentar rebatir a las damas del orfanato. Después de todo, se suponía que ellas eran buenas por cuidarlas, y que siempre tenían la razón.
La última posesión que tenía de su madre, que en ese minuto estaba en su mano, era una carta. Una carta bastante corta y precisa, pero muy bella al mismo tiempo. Rosie se imaginaba todos los días a una linda mujer escribiendo la carta, sentada frente a una ventana que daba a un amplio patio, con un macetero y una simple rosa frente a ella. Esa era la imagen perfecta de su madre.
Abrió la carta, que había sido secada en algún minuto, se notaba en el papel, y extrajo el papel. Lo olió como siempre, esperando todavía poder encontrar el olor de su madre en él. Dudaba que siguiera allí, pero siempre soñaba con uno distinto. Ese día era lavanda.
Sonrió para sí antes de comenzar a leer la carta:
"Querida Roseanne, mi Rosie,
Te echaré siempre de menos, siempre te querré, siempre estarás en mi corazón.
Espero que entiendas por qué hice esto, por qué te alejé de la vida que tenías que vivir.
Lo hice para protegerte amor, lo hice para mantener al amor de mi vida, a mi razón de existir sana y salva.
De todas maneras, algún día volverás a tu mundo, y algún día sabrás la verdad.
Y espero que ese día, sepas reconocer el potencial que tienes. Oh Rosie, mi querida Rosie.
Pero es mi deber hacer de tu búsqueda algo más fácil, Rosie, así que te diré quién te ayudará, quién te protegerá, quién yo se que estará ahí para ti cuando vuelvas a tu mundo. Y ese es Severus Snape, tu padre. El te ama, con todo su corazón, y siempre te va a amar. Ya lo verás. A su lado serás feliz. Feliz como tu y yo no lo pudimos ser.
Sonríe por mi, Rosie.
Te ama,
Mamá"
Rosie abrazó la carta contra su pecho y sonrió nuevamente. Ese día era viernes, lo que significaba que podría salir del orfanato sin que las damas lo notaran (ya que ese día tenían partida de póquer y no estaban muy atentas a los niños) y podría ir a buscar a su padre.
Hasta ahora eso no le había funcionado demasiado. Había buscado en todos los registros posibles, incluso había usado un computador de esos nuevos que había en las bibliotecas, pero no salía nada de Severus Snape. ¿Sería alguien muy desconocido? ¿Seguiría existiendo?
Rosie sacudió la cabeza, sabía que su padre estaba por alguna parte, buscándola, pensando en ella tal como ella pensaba en él. Solo tenía que encontrarlo, y todo volvería a la normalidad. Sería feliz.
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Rosie Snape y la cámara secreta
FanfictionRoseanne Ackerman vive en un orfanato en Londres, pero sabe que no debería. Tiene claras dos cosas, la primera es que su madre se llamaba Amelia Ackerman, y murió al dejarla en la puerta del orfanato, y la segunda es que su padre se llama Severus Sn...