3- Plataforma 9 3/4

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Rosie despertó, el primero de septiembre, a las 6 de la mañana. No era necesario que despertara tan temprano, pero la emoción que sentía no dejarían que durmiera más. Se levantó, se vistió lo más rápido que pudo y revisó que tuviera todo listo en su baúl, que tuviera todo listo para Hogwarts. Se agachó debajo de la cama y tomó la última carta de su madre, que volvió a releer, y se detuvo en la parte donde aparecía el nombre de su padre.

-Severus Snape-susurró-voy a encontrarte, y vamos a poder ser una familia por fin.

Guardó su carta en su bolsillo, ya que tendría que llevársela a Hogwarts para cuando pudiera encontrar a su padre, y salió de su habitación con su baúl.

No sabía como iba a encontrar a su padre, después de todo, dudaba que estuviera en el mismísimo Hogwarts, pero estaba segura que una vez inmersa en el mundo de la magia, podría pedirle ayuda a algún profesor o a alguien por el estilo para encontrar a Severus Snape. Por lo que había notado por la reacción del señor Ollivander, su padre era conocido.

Salió del orfanato después de despedirse de sus compañeros y de las damas y se dirigió al metro de Londres, en dirección a King's Cross. La gente la miraba raro, pero a ella no le importaba. Después de todo, no volvería a ver a esa gente, y después estaría protegida por su padre.

Así que cuando se bajó en la estación de King's Cross, seguía con la misma sonrisa y la cabeza en alto, arrastrando su baúl. Le habría encantado llevar una mascota, pero no le había sobrado dinero para una, así que había tenido que arreglárselas con con tener que ir a Hogwarts sola. Por ahora.

Puso su baúl en un carrito y comenzó a caminar por la estación, mirando alrededor, atenta a la pared que separaba la plataforma 9 de la 10. Cuando la encontró, se quedó mirándola en silencio unos minutos, sin poder creer que ya había llegado, y sin poder creer lo que estaba a punto de hacer.

Respiró profundamente, tomó su carrito con fuerza, y corrió cerrando los ojos hacia la pared. Pero no hubo ningún choque. Sin darse cuenta, se encontraba en otra estación y ahí había un tren de color escarlata, muy lindo, que decía:

"Expreso de Hogwarts"

Rosie casi da un grito de emoción, pero se contuvo, porque había mucha gente mirándola. Había miles de chicos y chicas, con lechuzas, gatos y sapos, despidiéndose de sus padres y madres en la estación. Rosie los miró mientras pasaba, veía a las madres llorar y a los padres darles palmadas a los hijos y abrazos a las hijas... se imaginó así con su padre el próximo año, a su padre diciéndole "Adiós, mi Rosie". Sonrió ante la sola idea.

Subió al tren y entró a un compartimiento vacío, donde dejó su baúl en el portaequipajes y se sentó, mirando por la ventana a todas las familias dándose las últimas despedidas. Sacó la carta de su bolsillo y volvió a leerla, de nuevo deteniéndose en el nombre de su padre, hasta que un golpecito en la ventanilla del compartimiento llamó su atención. Un chico de cabello castaño, lindos ojos cafés, y cabello largo hasta un poco mas abajo de las orejas le sonrió.

-¿Puedo sentarme aquí? Es que el tren está lleno.

Rosie asintió, guardando su carta en su bolsillo.

-¿Cómo te llamas?-preguntó el chico.

-Rosie, Rosie Ackerman

¿Debía decir Snape? No, tal vez era demasiado adelantado.

-Yo soy Jamie, Jamie Twist. Y no, no soy huérfano-bromeó el chico.

-Yo sí-respondió ella, encogiéndose de hombros.

Jamie se puso blanco como un papel-oh, Rosie... Rosie lo siento...

-No te preocupes, no será por mucho tiempo. Voy a encontrar a mi papá-contestó la chica, sonriendo-Severus Snape, ¿lo conoces?

Rosie Snape y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora