6- Pasa la semana

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Para Rosie no fue fácil al principio, saber que su padre no la quería, que su padre ni siquiera sabía de su existencia, que su padre era un hombre tan amargado como lo podía ser Severus Snape, pero con el paso de la semana, poco a poco la pena fue reemplazada por rabia, completa rabia hacia su madre, a la cual ahora odiaba con todo su corazón. Después de todo, ella la había dejado en ese problema, ella la había abandonado, y le había mentido en la carta, diciéndole que Severus Snape era un buen hombre, y que la querría. Todo eran mentiras, y Roseanne Ackerman tendría que aprender a vivir con ellas.

El jueves de esa misma semana, el otro día en el que tenían pociones, Rosie se levantó sin muchas ganas. De verdad no quería ver a Snape de nuevo, pero sabía que debía ir a clases, y, aunque no le gustara reconocerlo, pociones era bastante fácil. Fue a desayunar con Jamie, quién en poco tiempo se había convertido en su mejor amigo, e ignoró totalmente la mesa de los profesores. Sabía que allí podría toparse con los ojos de Snape, y era lo que menos quería.

Rosie había tomado una determinación, la misma noche en que Snape le había gritado y la había hecho llorar. Era mejor que estuviera sola. Siempre había estado sola y había logrado las cosas bastante bien. Y aunque se había pasado toda su vida soñando con un padre, en el fondo sabía que no lo necesitaba. Nunca lo había necesitado. Rosie Ackerman no necesitaba a nadie. Bueno, tal vez a Jamie, que era un buen chico, pero podía cuidarse sola.

Las primeras clases, de Encantamientos y Transformaciones, fueron muy divertidas. Rosie fue felicitada por sus profesores por lo rápido que había logrado lo que le habían pedido, y Jamie la molestó toda la clase por ser la "Sabelotodo". Pero cuando llegó el recreo comenzó a ponerse nerviosa... después vendrían 2 horas de pociones, en las que tendría que estar encerrada en una mazmorra con el padre que la había negado hacía solo unos días.

-Vas a estar bien...-susurró Jamie, sentado a su lado en el patio del colegio-solo ignóralo.

Rosie levantó la vista-el no es mi padre. Simplemente voy a hacer como que no existiera.

-Es lo mejor que puedes hacer-respondió su amigo, con una sonrisa.

Cuando llegaron al aula de pociones, Rosie sintió algo raro en el estómago. Los nervios habían desaparecido, ahora era solo... nada. Literalmente no sentía nada por el hombre que tenía frente a ella, de pie en la puerta, mirando a los alumnos.

Snape los dejó pasar de a uno, y Rosie pudo notar que se quedaba mirándola, pero ella hizo como si Snape no existiera y, riendo junto a Jamie, fue a sentarse a los puestos de más atrás.

Snape la miró en silencio mientras la clase se ordenaba. Era muy parecida a Lily... Pero, al parecer la chica había decidido ignorarlo por completo. Sintió algo pesado en el estómago, un sentimiento que no le gustaba.

-Bien-dijo, cuando vio que todos hubieron ordenado sus cosas. Roseanne seguía sin mirarlo-esta clase haremos algo llamado, "Esencia de Murtlap", que ayuda a sanar heridas y dolencias comunes de la piel. Sin embargo, mal diluida puede causar mucho dolor al contacto con la piel, así que deben usar sus guantes. Pónganselos, ya.

Rosie y Jamie rieron al ver los grandes que se veían sus manos con los guantes.

Snape no pudo evitar pensar que la risa de la chiquilla era parecida a la de su madre.

-Las instrucciones-apuntó a la pizarra con su varita-están en la pizarra. Comiencen.

Como siempre, Rosie encontró su manera de hacer las cosas, y terminaron con un buen resultado, porque su esencia de Murtlap se veía verde y viscosa, como debía verse, mientras que la de Jamie parecía cemento.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2019 ⏰

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Rosie Snape y la cámara secretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora