¿Te vas?

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Una extraña sensación fría sobre mi piel me hizo despertar. Parpadeé repetidas veces alejando el sueño de mis ojos. Quise moverme, pero alguien me sujetaba con fuerza, por lo que los recuerdos vinieron con rapidez a mi cabeza y una sonrisa se dibujó en mis labios. La mano de Zeus se sujetaba firmemente en uno de mis pechos, quise reír, pero no quería despertarle. Un escalofrió recorrió mi espalda al sentir su respiración cálida sobre mi nuca, busqué la forma de salir de entre sus brazos sin que se enterase, quité con cuidado su mano de mi pecho poniéndola despacio sobre la cama. Repentinamente él respiró profundamente, pensé que abriría los ojos, pero no lo hizo, solo se dio la media vuelta para seguir durmiendo.

Tomé una de sus camisas de entre sus cosas y me la puse, fue así que caminé hasta la puerta la cual abrí despacio para después cerrarle con delicadeza, evitando que él se despertara. La casa se encontraba en completo silencio «Supongo que los chicos no han regresado» pensé. Dirigí mi mirada hacía los ventanales observando como el cielo comenzaba a aclararse, fui hasta la puerta principal y salí, caminé un poco hasta que sentí la arena bajo mis pies descalzos. Subí el pequeño bordo viendo el calmo mar ante mí, supuse que era temprano ya que el sol aún no se veía completamente, más que solo ápices de sus rayos.

—Helios...

En mi mente resonó su voz advirtiéndome de Zeus. Además, él casi besa mis labios ¿acaso solo imaginaba las cosas o él estaba insinuando algo? Agite mi cabeza obligándome a dejar de pensar tonterías. Estire mis brazos sintiendo una agradable sensación.

— ¿Quieres entrar al mar mi amor?

Masajeé mi vientre. Reí corriendo hacía el agua, cuando me llegó justo hasta la cintura me sumergí sintiéndome como una pequeña niña jugueteando. Salí por aire echando mi cabello hacía atrás, estaba claro que amaba esos momentos en que podía sentirme libre. Dejé que mi cuerpo flotara boca arriba teniendo el cielo como paisaje, estiré mis brazos hacia los costados dejando que la tranquilidad me abordara.

Repentinamente el sonido del agua llamó mi atención. Pataleé para ponerme de pie y al ver hacia atrás, distinguí como Hades y Poseidón desaparecían bajo el agua, me sumergí y una enorme sonrisa se plantó en mi rostro al verles nadando, Hades contenía la respiración y Poseidón incluso abrió la boca para gesticular un «hola» con su boca.

Salimos en búsqueda de aire a excepción del peliblanco, el cual solo emergió por nosotros.

— ¿Qué hacen? — reí subiéndome a la espalda de Hades el cual me tomó de los muslos para que no cayera—. ¿Acaban de regresar?

Acomodé mi mentón en su hombro entornando mis ojos.

—Te vimos flotar, pensamos que algo te había sucedido— dijo Poseidón—. Vaya susto.

—Y si, acabamos de regresar— concluyó Hades.

—Lo siento solo estaba relajándome— reí—. ¿Se follaron a las tres chicas cierto?

Hades me sumergió con él sin previo aviso provocando que agua salada entrase a mi boca para después volver a salir de nuevo. Tosí apartando el cabello pegado en mi rostro.

—Definitivamente Zeus no es una buena influencia para ti— Hades negó haciéndonos reír—. ¡Mira en lo que te ha convertido!

— ¡Vamos! Sé que lo hicieron— le lancé agua a Poseidón con mi mano—. No tienen por qué avergonzarse.

— ¿Y tú qué? — Poseidón preguntó—. Supongo que si Zeus no está aquí es porque al pobre le has dejado inconsciente, ¡debes de haberle sacado hasta el alma!

Grité con vergüenza soltándome de Hades para lanzarme hacía él.

— ¡Cierra la boca!

Le sumergí la cabeza, aunque sabía que era imposible que se ahogase así que lo dejé salir y este estaba muerto en risas. De pronto un fuerte rayo se hizo escuchar y algo cayó en el agua provocando que una gran ola nos empujara y nos cubriera. Aparté el cabello de mi rostro viendo a Zeus salir a la superficie, reí a carcajadas observando a los chicos lejos de nosotros, la ola los había arrastrado hacia otra dirección.

Hera: Dioses ascendentes © libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora